Iris Hanika impulsa el renacimiento de la novela de amor en Alemania

Iris Hanika.
La novela de amor parece estar teniendo un curioso renancimiento en la literatura alemana. El último ejemplo destacado es ‘Zwei treffen sich’ (Dos se encuentran) de Iris Hanika, una de los seis finalistas del Deutsche Buchpreis, que se otorga a la mejor novela alemana del año.
Ya el año pasado, Katja Lange-Müller había impulsado la resurrección del género con ‘Bose Schafe’, ‘Ovejas malvadas’, que narraba el amor desgarrado entre dos receptores de ayuda social en el viejo Berlín occidental.

La novela de Hanika también tiene a Berlín como escenario, pero en una época claramente posterior a la caída del muro. Los personajes, a diferencia de lo que ocurre con los de la novela de Lange-Müller, son de clase media alta.

Todo ello exige a Hanika otro lenguaje, distinto a la jerga de clase baja que cultiva Lange Müller, y otra perspectiva narrativa. Mientras Lange Müller se concentraba sobre una historia de amor concreta, en la novela de Hanika la historia que se cuenta cobra por momentos aspecto de alegoría.

Estilísticamente se oscila entre una descripción poética de la sensación de arrobo que produce el enamoramiento y la destrucción de esa sensación, a través de una lograda ironía al describir los momentos en que los enamorados tiene que bajar del cielo de sus emociones a los bajos de la realidad cotidiana.

La historia está acompañada de una reflexión permanente, de citas intercaladas que van desde canciones de Bob Dylan hasta frases tomadas de la Crítica del Juicio de Emanuel Kant pasando por poemas de diversos autores entre los que pueden reconocerse a Rilke y a Gottfried Benn.

Ella se llama Senta -sus padres eran wagnerianosy trabaja en una galería. Estudió Literatura, Historia del Arte e Historia de las Religiones sin llegar a graduarse y cree una especie de gran amor que parece haber estado buscando sin encontrar. Cree también que si Nietzsche la hubiera amado a ella, y no a Lou Andreas Salome, la historia de la filosofía hubiera sido distinta.

El se llama Thomas, es informático -profesión que hace que en Senta crezcan algunas dudas tras los primeros encuentrosy su vida interior es bastante menos complicada que la de Senta. Ambos son solteros y sin hijos y tienen alrededor de 45 años.

Una tarde se encuentran en un bar, se miran, se dicen pocas palabras y al final terminan en la casa de Senta, en la cama de Senta que tiene la sensación de que Thomas es el hombre que siempre se había imaginado que tenía que amar.

La descripción del primer encuentro -que es en agosto, cuando las pieles y el aire se confundentiene algo de mágico y de sobrenatural. Incluso Thomas -un individuo realista y racionaltiene un sueño en el que se imagina a Senta como una especie de aparición celestial.

En el segundo encuentro, en cambio, se ve el contraste entre lo cotidiano y la imagen que tiene Senta dentro de sí de lo que está pasando. Los diálogos parecen en parte tomados de una obra del absurdo. En cierta dimensión, Senta y Thomas se han encontrado desde el primer encuentro pero en otra dimensión siguen buscándose.

Para ilustrar esa situación se recurre a metáforas informáticas -como compaginar dos sistemasy hasta urbanísticas. De hecho, un lugar clave del segundo encuentro es un parque del barrio de Kreuzberg por donde pasaba el muro de Berlín.

En una salida narrativa sorprendente, incluso hay un momento en que se interrumpe la historia de amor propiamente dicha y se incluye una historia de zona, que parece tomada de una guía turística. Eso da pie para buscarle una dimensión metafórica de la historia de amor, en la que los dos mundos de los enamorados se buscan como se buscaban las dos partes de la ciudad dividida.

Algo similar había en ciertos momentos de la novela de Lange-Müller. En la de Hanika aparecen además otras dimensiones, que también tiene que ver con situaciones de desencuentro.

Se puede leer, por ejemplo, como una novela generacional, en la que se muestra el contraste entre los sueños de los 20 años y la realidad de los cuarenta. O también como una novela sobre el desencuentro sexual, que llega a ilustrarse con citas de manuales de sexología en alemán y el inglés que se intercalan cuando Senta está hundida en reflexiones sobre sus dificultades para llegar al orgasmo.

En ciertos aspectos, la novela recuerda a ‘Rayuela’ de Cortázar, en lo que se refiere a la relación entre Oliveira y la Maga aunque en la obra de Hanika es, como era de esperarse, el personaje femenino el que está más desarrollado.

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