Rebecca Stott viaja con 'La ladrona de coral' al París posnapoleónico de 1815

Foto: EFE/Toni Garriga
La historiadora británica Rebecca Stott viaja con su segunda novela, 'La ladrona de coral', al París posnapoleónico de 1815, un momento en el que, ha dicho, 'se vive un momento único en Europa, con un debate científico excepcional'.

Jose Oliva'La ladrona de coral' (Duomo) explica en primera persona la historia de Daniel Connor, un joven inglés que viaja a París para trabajar como ayudante de George Cuvier en el Jardin de Plantes, pero en el camino es víctima, por parte de una hermosa mujer, del robo de una colección de valiosos especímenes, un material indispensable para trabajar con el renombrado naturalista francés.

Ya en París, una vez hecha la denuncia, iniciará entonces una búsqueda frenética tras los pasos de la mujer, a la que también busca Henri Jagot, el jefe de policía, un personaje inspirado en el histórico Vidocq, antiguo criminal que acabará dirigiendo la Sûreté.

En una entrevista concedida a EFE, Stott señala que siempre inicia la investigación como historiadora, para luego pasar a la ficción.

'La ficción me permite llevar al lector a ese tiempo y, en lugar de ofrecerle una perspectiva de vista de pájaro, lo puedo situar a pie de calle a través de los personajes', comenta Stott, para quien la ficción también muestra 'el caos de ese momento pasado, porque la historia nos presenta una serie de relatos organizados sobre la vida del París de 1815'.

La novela describe asimismo como se estaban fraguando unas 'ideas subversivas' y para ello escribir en primera persona permitía captar las reacciones del protagonista frente a los intelectuales, científicos y políticos del momento.

Stott, que ha escrito numerosos ensayos sobre la época victoriana, deseaba en esta ocasión abandonar Gran Bretaña, donde había situado su primera novela, 'Ghostwalk', ambientada en el Cambridge del siglo XVII: 'Siempre me mueve a escribir el enfrentarme a algo que desconozco y que me exige investigar'.

'La ladrona de coral' está ambientada 'en ese momento único, de inflexión, con los aliados entrando en París, donde todo estaba cambiando, había objetos de botines de guerra que se estaban devolviendo a sus pueblos de origen'.

Y también era especial, añade Stott, porque 'hacía quince años que la iglesia no tenía control alguno en la sociedad y los científicos eran libres de plantear las preguntas que querían, y no es pura coincidencia que las ciencias biológicas avanzaran mucho en ese momento'.

Para construir al protagonista, la autora recurrió a varios diarios que leyó cuando hacía la investigación previa, diarios de 'jóvenes británicos que llegaban a París, en los que reflejaban el entusiasmo y los peligros que sufrían, y que en la capital francesa se encontraban con una realidad distinta que les abría los ojos'.

En el caso de la novela, Daniel abrirá sus ojos no sólo por las ideas que circulan en la ciudad, sino también por 'una mujer avanzada a su tiempo'.

En las páginas de la novela se entrecruzan personajes de ficción con otros reales como Cuvier, Lamarck o Geoffroy.

No quiso incluir directamente a Vidocq para poder tener mayor libertad de creación en las palabras que debía decir el famoso inspector.

La autora acaba de publicar en Reino Unido 'Los fantasmas de Darwin', un ensayo novelado sobre el creador de la teoría de la evolución, y ya está preparando la que será su tercera novela, que estará ambientada en la actualidad y en los próximos diez años en un ejercicio de prospectiva, aunque con un trasfondo que llevará al lector al Londres del siglo XVII.

Califica esta nueva novela como 'experimento', en el que deja que la historia narrativa siga su camino, sin tratar de imponer sus ideas: 'Hay una dimensión histórica pero rara, porque es el futuro inmediato en relación con el pasado', apunta Stott.

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