El equipo ourensano sólo aguantó tres cuartos en Logroño en el quinto partido del play out y se despide de la LEB Oro al menos en la pista

El COB, descendido

Andy Ogide y David Mesa pelean por un rebote en el cuarto partido de la serie. (Foto: CLARA LARREA)
El marcador manda. No importa cómo ni porqué, sólo importa ganar o perder, al menos esta vez. Las formas del COB fueron las correctas toda la temporada pero el desenlace condiciona el veredicto. Toda una campaña decidida a cara o cruz y salió cruz. El equipo ourensano desciende a una LEB Plata en la que nunca militará. La duda será saber si alguien asume el relevo de la directiva actual e inscribe de nuevo al club en la LEB Oro o si no se inscribe en ninguna.
El quinto partido volvió a ser cruel. Excesivamente cruel. El Rioja fue mejor y mereció el partido pero no lo abultado del marcador final. Otro bofetón más para un COB muy meritorio toda la temporada pero empeñado en acabar con las manos vacías cada vez que hubo recompensa en juego.

La clave estuvo en los dos últimos minutos del tercer cuarto. Hasta ahí el COB había sido mejor. Había aguantado el arreón inicial del Rioja y amenazado incluso con abrir brecha cuando se puso siete puntos arriba, 18-25. Siempre con Gibbs desquiciando a sus pares en el acierto y condicionando negativamente a su equipo en el error. 17 puntos del base al descanso pero ya perdiendo su equipo.

En el tercer cuarto apareció Barbour. Con Ogide haciendo de única referencia interior en ataque y en defensa y con el escolta anotando sin parar. 11 puntos consecutivos y tres de ventaja a 14 minutos del final (42-45). Ahí se acabó el COB y las opciones de permanencia.

Primero un 6-0 del Rioja para darle la vuelta al marcador con Úriz asumiendo la responsabilidad. Luego con una técnica a Barbour de la que Suárez sacó todo el zumo y luego con Mesa confirmándose como el jugador más determinante de la eliminatoria. El pívot aguanto vivo a su equipo en el cuarto partido y asumió galones en el segundo. Siempre sin centrar la atención pero siempre marcando la diferencia. Él ganó el partido.

Un parcial de 16-2 abrió de par en par la puerta del descenso al COB y un empujón definitivo en el segundo minuto del último cuarto. El resto sobró.

Después de una temporada plagada de zancadillas y críticas primero y de decepciones inesperadas e incluso inmerecidas después, la plantilla ourensana bajó los brazos antes de tiempo. Agachó la cabeza y encajó los golpes sin opción a réplica. Acabó zarandeado por un rival que no fue superior en la serie pero sí justo vencedor. Así es el deporte, no importa cómo.

El epílogo a una temporada que vuelve a preceder a un inicio del verano de dudas y rumores. Suena a mofa poner en tela de juicio a un club saneado y sin réplica socialmente pero que a día de hoy está más cerca de la nada que la Liga que le corresponde pese a haberla perdido en la cancha.

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