El Pabellón gana al Tropezón y toma aire

Aún estamos en noviembre, pero la victoria que consiguió ayer el Pabellón ante el Tropezón lleva el adjetivo de vital (2-0). Los ourensanos supieron sobreponerse a un escenario complicado y gestionar la presión en una mañana a la que llegaban con una pesada mochila, los siete partidos seguidos sin ganar. Casi dos meses desde aquel 3-1 al Val Miñor. Los goles de Pablo y Rivero cambian ahora notablemente el escenario.

Toda esa presión acumulada se notó en la primera parte. Las piernas de los de Guillermo García pesaban más de lo habitual, en un tramo del encuentro en el que los visitantes manejaron mejor el balón. "Era un partido muy difícil para jugar. Con la necesidad de cambiar la dinámica, los chavales salieron notando la presión y la responsabilidad", relataba el entrenador pabellonista.

Al descanso se llegó con el empate sin goles, gracias al trabajo defensivo pabellonista, que pese a su escaso acierto combinativo estaba bien plantado en su campo.

El descanso sentó bien a los locales: "En el vestuario hablamos de la necesidad de quitarnos esa ansiedad y poder llevar a cabo lo practicado durante la semana", señalaba Guillermo García. Mentalizados, los blanquiverdes mostraron otra cara en la reanudación. Y encontraron premio. En dos minutos firmaron el 2-0.

Pablo adelantó a los ourensanos en el minuto 54. Y todavía estaba el Tropezón palpándose las heridas cuando Rivero, con un lanzamiento desde fuera del área, les ponía el partido muy de cara.

Con la corriente a favor, el Pabellón se manejó con solvencia. Controlando las ofensivas del Tropezón, cada vez más suicidas, dejaron pasar el tiempo hasta que se llegó al final del choque y certificaron la victoria. Tres puntos con los que sale del descenso y coge mucho aire. "Nos quitamos el miedo", se felicitaba Guillermo García, que mira con más optimismo las próximas jornadas: "Por primera vez conseguimos dejar la puerta a cero. Ahora, contra el Roces, buscaremos la primera victoria fuera de casa".