HISTORIAS DE PRENSA Y RADIO

Raúl Rey, ciclista profesional

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photo_camera En el Parque de San Lázaro, Manolo Rodriguez, Ponte, Raul Rey y Emilio Rodríguez.

"Si el líder del equipo te pedía una cerveza, entrabas a un bar a por ella, aunque no tuvieses dinero"

Digo yo que podíamos insistir sobre el ciclismo, ahora que el “Tour” aún está reciente y Marta Sánchez a todas horas nos recuerda que la Vuelta está a punto de llegar y en ella parece ser que Galicia y Ourense va a tener mucho que ver. Y aprovechar para contar algunas cosas de nuestro primer profesional: Raúl Rey Formosel. Que se hagan una idea los lectores más jóvenes de cómo era aquel muchacho.

En mis años de profesión informativa recurrí a Raúl montones de veces. Mientras a  distancia se estaba corriendo el “Tour” o durante “La Vuelta” lo invitaba mis programas para comentar cómo se veía la cosa desde Ourense, porque, con toda lógica,  el de Cudeiro-Puente Canedo era un experto en materia. Amigos, vecinos durante tantos años, siempre daba mucho juego. Vamos allá.

Que lo suyo iba a serla bicicleta se veía venir cuando a los diez años - a finales de los cuarenta- podía coger la bici de carreras de su tío. Salía a escondidas a dar una vuelta. Como el sillín estaba muy alto y no llegaba a los pedales, metía una pierna entre el cuadro para poder pedalear.

A los catorce años empezó a trabajar como chaval de recados del taller de muebles Formosel, con lo que disponía de bicicleta propia  y remolque  para llevar bultos, lo que colmaba la ilusión de cualquier crío de entonces. Al tener  competencia de otros chavales, cuando coincidían, entablaban carreras para ver quién era el más rápido. Como en aquellos tiempos había pocos coches, era sencillo pedalear a fondo por las calles. 

Raúl sentía envidia de que amigo Medela disfrutara un remolque de la Tintorería Imperial, cerrado para poder llevar ropa colgada. Un dia que bajaban en frenética carrera  por la Avenida de las Caldas para enfilar la subida al Puente Viejo, y el remolque de Raúl perdió una rueda. Entró en la tienda de Sumel, ante la enorme sorpresa de Angel y Carmiña,  hasta empotrarse en las cajas de fruta.

Al trabajar luego como carpintero pudo comprar una modesta bicicleta. Con manillar de carrera, claro. De todas formas, para participar en las primeras pruebas, alquilaba una en Ciclos Canalla al inolvidable Vicente Hermida.

CON SU AMIGO PONTE

Entabló amistad con el que sería su gran amigo Ponte, ciclista coruñés, y viajaban en su Vespa. A grandes distancias. Desarmaban las “bicis”, las ataban detrás y… gozaron siempre de la comprensión de los agentes de Tráfico, que no ponían  grandes problemas. Corrieron una vez en Cantabria. Y aquel mismo día decidieron viajar hasta Barcelona al Campeonato de España de Aficionados. Raúl quiso abandonar en Lérida. No soportaba el dolor de espalda . Casualmente, parados en la carretea, se detuvo a su altura un coche de Ourense, de Bodegas Gallegas Tres Ríos de Os Peares, empresa la familia Valeiras, pontina, y quería volver a casa con ellos. Ponte se enfadó, se indignó y le obligó a seguir. 

Llegaron a Barcelona y participaron. Raúl se encontró en el grupo de cabeza cuando enfilaban la recta final, con Roberto Morales,  Barceló y Carlos Pérez. Carlos y él se adelantaron unos metros. Y Raúl iba a ganar el  sprint final. Fue entonces cuando Carlos le cerró al paso contra la valla y el ourensano cayó aparatosamente. Los jueces descalificaron a Carlos Pérez y proclamaron campeón de España a Raúl. Era 1959.

LLEGAR A  PROFESIONAL

Aquel éxito llevaba aparejado entrar en el mundo profesional. La andadura fue larga. Ferrys, Licor 43 y Kas fueron sus principales equipos, después de haber corrido con los hermanos Rodríguez, de Ponteareas, Emilio y Manolo, los sucesores del gran Delio, su hermano mayor, el gran ciclistas de aquellos años de la postguerra tan difíciles para todo.

“En mis primeros tiempos viajaba solo en tren y con mi bicicleta facturada. Como en el caso de aquella Vuelta a Cataluña, cuando era un desconocido, salí en la primera etapa dispuesto a hacerme notar. Me vi al final en cabeza entre Suarez, Angelino Soler, Karmany…me lancé y gané. El premio eran 1.500 pesetas. ¿Quién coño es este gallego? Aquello tuvo una contrapartida. Que después me controlaban. No me dejaban mover en el resto de las etapas”.

LA FIGURA DEL DOMÉSTICO

Raul iba cogiendo nombre y  participó en tres “tours” y en cinco “vueltas”. Pero reconocía que correr en un club con grandes figuras era problemático. “ En realidad, empezabas por ser “doméstico”, es decir, estabas a las órdenes de los importantes. Las carreras no se desarrollaban como ahora. Si en el curso de ellas una de las figuras necesitaba algo, no había a quien acudir y te llamaba a ti, y tenías que resolver su problema. Si te pedía una cerveza, entrabas a un bar a por ella y ¿cómo pagabas  si no llevabas un  duro encima?. Mentías al que estaba en el mostrador “ahora vienen a pagar”, generalmente se sonreían como si te comprendieran. 

Y me contaba esta pesada broma: “Vemos a un espectador con el brazo extendido ofreciendo una cerveza. Era un dia con un calor horrible y aún faltaban cien kilómetros para llegar a Ginebra. Nos lanzamos tres o cuatro  a por la dichosa cerveza. Cuando iba a cogerla,  me dio un empujón Echevarría y me fui al suelo, en medio de las risas de los demás. Tenía un dolor horrible en la espalda y a pesar de ello, terminé la etapa. Me vio el médico. Que bárbaro –me dijo-, tienes doble fractura de clavícula”.

Y una nota agradable dentro de la soledad de una carrera en el extranjero. “Un dia en Colonia, al final de una etapa, oigo que me llaman “¡Raúl,Raúl!”. Busco entre los espectadores y veo a Chirri y Seara, dos amigos del Puente, que trabajaban en Alemania. Me hicieron llorar de alegría”.

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