SUEÑOS DE OLIMPIA

1989: Bubka en el cielo y Putin en Alemania

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En 1989, Ucrania era una república más de la, aparente, potencia mundial y deportiva, llamada Unión Soviética.

Los deportistas ucranianos competían bajo la bandera de la hoz y el martillo, siendo el fabuloso atleta Serguei Bubka el más destacado de todos. El pertiguista era ya ese año plusmarquista, dos veces campeón mundial y una olímpico. Todo un icono en la órbita comunista.

Ese mismo año, el joven agente del KGB Vladimir Vladimirovich Putin, disfrutaba junto a su primera mujer de un destino de formación en Dresde -entonces Alemania Oriental- colaborando con la temida policía secreta, la 'Stasi'.

Bubka, de 1,83 metros y 80 kilos, muy potente en la carrera previa y capaz de doblar las durísimas pértigas de entonces, había revolucionado la modalidad desde el sorprendente triunfo en el Mundial de 1983. "Desde pequeñito siempre me sentí cómodo en las alturas", confesaba.

Había superado ya ocho veces el récord mundial, siendo el primero en alcanzar los seis metros. Su táctica era sobrepasarlo centímetro a centímetro, ya que cada vez que lo lograba, ingresaba un premio en metálico. Los deportistas soviéticos disfrutaban algún privilegio y sufrían todas las carencias del régimen.

Poco se sabía entonces de Ucrania, salvo por un accidente nuclear sufrido en 1986 en la ciudad de Chernóbil, que ni siquiera la URSS pudo ocultar. Bubka no era especialmente reivindicativo. Ambicionaba más libertad y bienestar que la mera independencia política.

Putin y su mujer vivían y conspiraban felices. Hasta que, en noviembre de 1989, el sistema colapsó y los alemanes se lanzaron a la calle exigiendo libertad y la caída del Muro de Berlín. Se avecinaban cambios.

2022: Putin en la cima, Bubka, en entredicho

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El colapso de la URSS provocó la caída del Muro a finales de 1989.

Los alemanes de la RDA se lanzaron a la calle. Muchos de ellos exigieron venganza, presentándose en la sede de la Stasi. El joven Putin no dudó en solicitar una división de tanques rusos para disparar, si fuese necesario, a la población.

La autorización nunca llegó. Putin destruyó toda la documentación posible antes de que entrase la muchedumbre y huyó en coche a Moscú, junto a su mujer y una vieja lavadora. Dicen sus biógrafos que este suceso marcó para siempre su trayectoria. Desde entonces se propuso recuperar el esplendor de la URSS.

En 1991, Ucrania se independizó de la madre patria, compitiendo por separado desde 1993. Bubka cambió el uniforme rojo por el azul y amarillo, convirtiéndose en el abanderado del país. Batió 35 veces el récord de pértiga, ganó 9 campeonatos mundiales, instaurando un dominio sólo interrumpido durante los Juegos, donde no brilló al mismo nivel.

Se retiró en 1997. Su mejor marca perduró hasta 2014. Después se dedicó a la política, introduciéndose en el movimiento olímpico. Aspiró a ser presidente del COI. Hoy, a sus 58 años, está acusado de aceptar sobornos de la candidatura de Brasil 2016 y no vive su mejor momento personal.

El joven agente Putin prosperó en las cloacas del estado y alcanzó la cúspide en 1999. Una vez presidente, eliminó toda oposición y se perpetuó en el poder.

En materia deportiva, devolvió a Rusia su papel de potencia, comprando eventos deportivos -Juegos y Mundiales- y propiciando el dopaje de estado.

El mundo "teme" hoy una guerra en Ucrania, olvidando que la guerra existe desde 2014, con combates frecuentes, aunque antes no nos preocupasen.

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