Sueños de Olimpia

El deporte ruso paga la factura de la invasión

Gianni Infantino (FIFA) obsequia a Vladimir Putin durante el Mundial disputado en Rusia.
photo_camera Gianni Infantino (FIFA) obsequia a Vladimir Putin durante el Mundial disputado en Rusia.

En apenas un mes el Zar Vladimir Putin pasó de ser un buen amigo y socio de Occidente a un sanguinario dictador.

Escribimos hace unas semanas sobre las primeras y tímidas condenas de los organismos deportivos, regados por el petróleo y gas ruso. Lo cierto es que la situación cambió de forma notable y hoy impera una 'rusofobia' que pagan los clubes y atletas de un país acostumbrado a sufrir.

Rusia ha sido apartada del COI, del Mundial de fútbol y competiciones FIFA, de la Euroliga de baloncesto, Fórmula 1, Copa Davis, atletismo, boxeo, hockey, natación, patinaje, esquí, rugby y un largo etcétera de modalidades. En algunos casos, acompañada de su socia Bielorrusia. Sanciones incluso superiores a las sufridas en otras épocas por Sudáfrica, Yugoslavia o Irak.

¿Es justo? Se castiga también a deportistas o entidades opositores a Putin -quienes ya protestaban sin respuesta cuando  era "amigo" de Europa-; o a quien no se atreve a contrariar al dictador por lógico miedo a represalias.

Los deportistas beneficiados por el dopaje de estado y fieles a Putin pasan de la alegría por pasados triunfos a la pena por el ostracismo. Ya veremos si por mucho o poco tiempo.

¿Es coherente este castigo? Si el argumento contra el deporte ruso es descubrir,  23 años después, que es una dictadura agresora ¿por qué no se expulsa de toda competición a China, Corea del Norte, Cuba, Qatar, Arabia Saudí, Afganistán... y tantas otras naciones donde no se respetan los derechos humanos?

Rusia fue sancionada por dopaje de estado en 2016. Ucrania ha sido recientemente descubierta por la AMA en similares prácticas ¿Se actuará de igual forma contra este país, hoy agredido?

Te puede interesar