El Borussia Dortmund ensanchó la sequía continental del Real Madrid y deja entrever el final de ciclo del técnico luso

La era Mou parece cerrada

El Real Madrid sucumbió por tercer año consecutivo a orillas de la final de la Liga de Campeones, ensanchó la sequía continental que lastra el club en los tiempos recientes y dejó entrever el final de una era, la del portugués Jose Mourinho en el banquillo blanco.
A falta de que la final de la Copa del Rey haga balance de un año abrupto, plagado de sinsabores y, pase lo que pase, por debajo de las expectativas generadas en la apertura, el ciclo de Mourinho echará el cierre con menor brillo del prometido.

El técnico del Real Madrid afrontó la rueda de prensa posterior a la eliminatoria como el inicio de un epílogo anunciado. Jose Mourinho no hizo mención alguna a la entrega de una afición de la que siempre ha sospechado. Ni una palabra de agradecimiento. Ni una sola evocación.

Jose Mourinho empezó a dejar claras sus intenciones de futuro tras el triunfo de su equipo en Old Trafford, cuando selló el pase para los cuartos de final de la Liga de Campeones, después de una eliminatoria agónica ante el United. Lejos de ensalzar el mérito de sus jugadores realzó el infortunio y la injusticia a la que fue sometido su rival en lo que se entendió como una propaganda personal para un devenir en el fútbol de las islas.

No va el falso recato con el carácter del entrenador luso, encargado de proclamar en cuanto la ocasión lo requiere, los brillos cuantiosos de su palmarés. Uno de los pocos que, entre otras cosas, presume de tener dos Ligas de Campeones con dos equipos distintos. Sin embargo, en su trienio madridista, Mourinho ha logrado una Liga, una Supercopa y una Copa del Rey. Dos, si gana al Atlético Madrid el 17 de mayo. Un bagaje nada espectacular de un preparador que, con las semifinales europeas, alardea de haber devuelto al Real Madrid a la elite continental.

En plena conferencia de prensa el técnico no habló de fútbol. Ni del esfuerzo de unos hombres que acabaron abatidos sobre el campo.

Apagados los focos, sobre la hierba del Bernabéu quedaron tendidas sombras en cuestión. El talante heroico no puede disimular el déficit futbolístico del equipo, lastrado cuando hace suya la pelota. A la hora de jugar, no supo.

Son algunas de las incógnitas que quedan para un futuro que girará en torno a un entrenador nuevo. Porque mientras en los muros del Bernabéu aún resonaban los ecos del último aliento del partido ante el Dortmund, Mourinho, en inglés, subrayaba las excelencias del mundo del fútbol en Inglaterra y hablaba del odio que siente en España, sobre todo en la sala en la que tan bien se maneja.

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