Los Juegos por la Paz en una gran dictadura

El mundo es una gigantesca paradoja. Sólo así se explica que unos Juegos Olímpicos, la cita deportiva y fraternal más importante de nuestra era, se dispute en la mayor dictadura conocida, China.

China, el país que somete a millones de esclavos bajo la vigilancia de un implacable 'Gran Hermano', ejecutor de las mayores tropelías, goza del beneplácito olímpico -¡ay, si despertase el Barón de Coubertain!- para organizar unos Juegos "de paz, libertad y unidad".

El país -hasta que se demuestre lo contrario- causante de una pandemia mundial catastrófica, frente a la que se niega a dar explicaciones, es la sede de los XXIV Juegos de Invierno, comprados a un COI de rebajas, dispuesto a bajarse los pantalones mientras haya comisiones.

Poco importa al Comité del señor Thomas Bach la idiosincracia del lugar. La probada y continua violación de los derechos humanos. El trato mafioso, con el secuestro y la extorsión -véase el caso de la tenista Peng Shuai- sobre sus propios deportistas.

La última orden del Ministerio de Deportes chino previa a los Juegos fue prohibir a sus atletas tatuajes y peinados "diferentes". Si esto sucede en España, el COI apelaría a La Haya. Como sucede en China, hasta les parece divertido.

Como homenaje al deporte limpio destacó la presencia en la ceremonia inaugural del zar Vladimir Putin. El promotor del dopaje de estado ruso, a puntito de invadir Ucrania, logró que el COI levantase una probada y merecida sanción contra su corrupta agencia nacional y delegación olímpica.

Justicia poética, días después se confirmó el positivo de la patinadora Kamila Valieva. No pasa nada. El camarada Putin lo solucionará. Paz y Amor.

No es sorpresa: Brasil compró los de 2016

Lula Da Silva, Carlos Nuzman y Pelé celebraron con euforia la concesión de los Juegos.
Lula Da Silva, Carlos Nuzman y Pelé celebraron con euforia la concesión de los Juegos.

 

Mientras en España nuestros políticos sueñan con grandes eventos y olvidan los problemas cotidianos, en Brasil se juzgan las consecuencias de los Juegos de 2016, precisamente arrebatados a Madrid.

Está probado que este evento, sumado al Mundial de fútbol de 2014, sumieron al país, entonces potencia emergente gobernada por Lula da Silva, en una gigantesca crisis económica. Las piezas se van desgranando poco a poco.

En lo que respecta al 'trabajo' por la concesión de los Juegos, una sentencia publicada en noviembre de 2021 del juez federal Marcelo da Costa Bretas considera probada "la compra" de los Juegos con dinero público mediante "el soborno a miembros del COI".

La sentencia condena, entre otros, a Carlos Nuzman, presidente del Comité organizador, nada menos que a 30 años de cárcel, por ser el principal instigador de la trama, con el beneplácito del presidente, Lula, hoy honrado candidato a la reelección.

A través del fallecido expresidente de la Federación Internacional de Atletismo Lamine Diack, Nuzman "compró el voto necesario de 8 o 9 miembros del COI," entre ellos los de el exvelocista Frank Fredericks, el expertiguista Sergei Bubka o el exnadador Alexander Popov.

Con ellos, la candidatura de Río pudo pasar el primer corte y después superar a Madrid y Tokio en la votación final. ¿Cómo se aseguró la elección decisiva? Es fácil suponer que por el mismo procedimiento y más dinero.

Se confirma, una vez más, que estos eventos se venden al mejor postor y dejan una factura astronómica. Sólo los ingenuos y los políticos españoles, osarían presentar -o reiterar- su candidatura.

 

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