CRISIS EN CATALUÑA

El futuro incierto de Cataluña

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photo_camera Inés Arrimadas celebra su victoria en la jornada electoral del 21D con Albert Rivera.

¿Qué va a pasar ahora en Cataluña tras las elecciones? ¿Habrá pactos? ¿Podrá gobernar Arrimadas tras ser la gran ganadora de los comicios del 21D?

Ni en sus peores sueños pudieron pensar los constitucionalistas que los partidos independentistas superarían la mayoría absoluta; creían que ni siquiera la iban a alcanzar y ponían todas las esperanzas en que Ada Colau sufriera un golpe de sensatez y se negara a dar su apoyo a Puigdemont, Junqueras y compañía. Ni en sus peores sueños pensó Rajoy que su marca iba a quedar reducida a 3 escaños, ni siquiera puede formar grupo parlamentario propio. Las empresas de sondeos han vuelto a equivocarse estrepitosamente, solo acertaron en la subida espectacular de Ciudadanos, subida merecida porque Arrimadas es una excelente candidata, y ha colocado a Rivera en la mejor de las situaciones de cara a las generales. Ni en sus peores pesadillas pudo pensar Junqueras que Puigdemont se le iba a colocar por delante, como ha ocurrido. El resultado electoral abre un futuro imperfecto para Cataluña, pero también para el resto de España. 

La incógnita sobre el signo del nuevo gobierno parece despejada, será independentista aunque la CUP pondrá condiciones para dar su apoyo al candidato de Junts pel Sí. Y hay que insistir en lo de candidato porque Carles Puigdemont tiene importantes cuentas pendientes con la justicia española y no es seguro que  pueda  recuperar su despacho de la Generalitat, a pesar de que su principal colaboradora y actual mano derecha,   Elsa Artadi, decía muy convencida en Onda Cero que la Justicia no puede impedir que tome posesión como presidente, porque es decisión de las urnas. 

Por tanto, aunque las elecciones las ha ganado Arrimadas,  hay que aceptar que el próximo presidente o presidenta catalán será independentista. El femenino se debe a que Puigdemont ha tenido buen cuidado en colocar a Elsa Artadi en lugar de excepción de su lista: la primera tras él mismo y los exconsejeros encausados en distintos procedimientos judiciales. Si son inhabilitados para ejercer cargo público, Artadi, una desconocida hasta que Puigdemont le dio protagonismo y la acogió en Bruselas, podría convertirse en presidenta.

Para ERC el 21-D ha sido una fecha a borrar del calendario. Puigdemont  se había convertido para Junqueras y su círculo en un político incapacitado para gobernar con una mínima coherencia. De hecho, Puigdemont y Junqueras habían dejado de hablarse desde antes de que se produjeran los acontecimientos del 1 de octubre de tan graves consecuencias para  los constitucionalistas. Marta Rovira, que se veía ya como presidenta porque fue elegida por Junqueras para sustituirle si continuaba en prisión, sí tendió puentes con Junts pel Sí pensando  que podría necesitar su apoyo en el futuro, e incluso viajó a Bruselas para verse con Puigdemont y expresarle su solidaridad; pero en ERC  ya marcaban distancias con la forma en las que Puigdemont planteó la Ley de Transitoriedad y la DUI para anularla segundos después, y desde luego no sentó nada bien su fuga a Bruselas y que se presentara como un héroe cuando lo heroico era quedarse en España y asumir las consecuencias judiciales de los actos ilegales cometidos. 

Que la estrategia de Puigdemont haya salido bien es un duro golpe para Esquerra, que además de ser tercera fuerza cuando se creía primera, ve que Junqueras sigue en prisión y sin saber cuándo finalizará la prisión preventiva… y qué decisión tomará el tribunal que le juzgue dentro de unos meses. Se comprende ahora el llanto de Junqueras poco antes de entrar en prisión: él sí sabía que la Justicia es lenta, pero acaba llegando. Lo que no quiere comprender Puigdemont ni, por supuesto, su compañera Artadi.
En ese futuro imperfecto que espera a Cataluña y a toda España,  el PSOE no acaba de levantar cabeza.  Sánchez confiaba en que se cumplieran los pronósticos y Miqel Iceta incrementara sensiblemente  sus votos y sus escaños, pero si las encuestas le daban entre 24 y 27 escaños, e incluso alguna le adjudicaba 30-31, finalmente se ha encontrado con 17, solo uno más que las elecciones anteriores.  Iceta no ha despegado como se preveía, pero al ser el principal apoyo que tuvo y tiene Sánchez, ese no despegue afecta al secretario general socialista. 

Si a eso se suma que en Ferraz  se temen que Susana Díaz convocará elecciones anticipadas, aunque lo niega, para impedir así que los sanchistas se hagan fuertes en Andalucía, se comprenden las caras largas que se veían en Ferraz la noche del pasado jueves. Probablemente también las había en el lugar donde se concentraban  los dirigentes de la CUP y de En Comú-Podemos,  pero importan menos en el escenario futuro que los grandes partidos nacionales o independentistas. Aunque para Ada Colau ha tenido que ser un golpe la importante pérdida de votos que ha sufrido en Barcelona, donde aspira a revalidar la alcaldía en las municipales.

Poca vida política a Rajoy

Sin embargo,  la situación más grave, crítica, es la del PP. No para Albiol, al que se daba por amortizado antes de que se conociera el resultado electoral, de hecho en el partido se habla con toda naturalidad de que Dolors Montserrat va a ser la próxima candidata. El problema es que el resultado catalán daña directamente a Mariano Rajoy, y aunque nadie en el PP cuestiona que es el líder indiscutible, es evidente que lo que deben debatir es si él como presidente y Cospedal como secretaria general están haciendo una buena labor en el partido.

Porque no hay más que mirar el mapa de España para advertir que el PP ha perdido poder de forma espectacular en los últimos años y, si no toman medidas, no solo le ganará Ciudadanos como partido que le disputa el centro derecha, sino que puede ser superado incluso por el PSOE a pesar de la debilidad de Pedro Sánchez.

Hasta ahora funcionaba la marca y fallaban los candidatos. Tras el inconmensurable castigo recibido en Cataluña, también la marca ha quedado dañada. Y si en las próximas elecciones autonómicas y municipales -suponiendo que las generales no se adelanten por la no aprobación de los Presupuestos Generales del Estado-  se mantienen en la línea actual, con los candidatos más o menos confirmados, y que no tienen el menor atractivo electoral, se puede dar por seguro que a Rajoy le queda poco tiempo de vida política. Si no asume que debe hacer una catarsis en el partido, prescindir de caras importantes por mucho que le duela y, dar cancha a dirigentes que se están dejando la piel en las provincias,  a Rajoy le queda poco tiempo de vida política.

Los políticos grandes, se dice siempre, son los que tienen instinto asesino.  Asesino políticamente hablando, se entiende. Para deshacerse de sus rivales,  pero sobre todo de los propios compañeros que ya no sirven para mantener y potenciar un proyecto.
A lo mejor, Cataluña sirve de revulsivo para que el PP tome decisiones que debía haber tomado hace mucho tiempo. Solo así sobrevivirá.n

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