Legalizar drogas o hablar esperanto, peticiones de los españoles a la Unión Europea

Legalizar las drogas blandas, convertir el esperanto en lengua cooficial en Europa o renovar los billetes de 500 euros para combatir el dinero negro son algunas de las propuestas que los españoles pretenden hacer llegar a la UE para que tenga en cuenta las preocupaciones ciudadanas.
Otras hablan de permitir el intercambio sin límites de películas y canciones en internet, de tolerar el consumo de alcohol en la calle, de regular el uso de la sal y el azúcar en los alimentos, e, incluso de imponer un mínimo adecuado de educación a los policías.

Todas estas peticiones, canalizadas a través de internet, caben en la iniciativa ‘Consultas europeas a la ciudadanía’, puesta en marcha el pasado mes de diciembre por la Comisión Europea para aproximar la UE a los ciudadanos comunitarios.

Los españoles son por ahora los más activos a la hora de hacer sugerencias -unas 25.000-, muy alejados de los franceses -unas 5.000-.

Un centenar de asuntos ya están en la lista, encabezados por la petición de legalizar las drogas blandas, con cerca de 3.400 votos, a gran distancia de la de proteger al consumidor de los grupos de presión (‘lobby’) de la industria cultural -unos 850-.

Para aquellos que se puedan hacer ilusiones, la Fundación Luis Vives, organizadora de la consulta en España (www.consultas-europeas-a-la-ciudadania.eu), aclara que sólo diez propuestas se trasladarán a la UE.

Un grupo de cien ciudadanos de toda España se reunirá los próximos días 14 y 15 en Madrid para hacer esta selección y ponderar, de entre todas las sugerencias, cuáles son representativas de las inquietudes de los españoles.

De las cuestiones aportadas por los internautas, se repiten algunas para combatir la corrupción y congelar el sueldo de los parlamentarios, o al menos, que éste dependa ‘del resultado de sus políticas’.

También destacan entre las más votadas el control de las tarifas de las compañías de telefonía y la limitación del ‘precio de las cosas’, para evitar que éste se infle en la cadena de venta.

Otros proponen recortes a las atribuciones de la Iglesia, bien retirando la religión de la escuela o eliminando su casilla de la declaración de la renta.

Frente a los que reclaman derechos, los hay quienes exigen deberes y establecer un ‘servicio comunitario obligatorio’ de entre cuatro y seis meses para todos los mayores de 18 años, ‘sin sorteos, ni discriminación por sexo’, destinado a tareas de prevención de incendios, trabajo social o en el Ejército.

Algunos aportan recetas contra la crisis: una ley contra ‘burbujas económicas’, poner un listón al dinero de los ricos y repartir el sobrante a los pobres o dar a los todos los 'sin techo' de la UE una vivienda y un empleo para ‘reinsertarlos felizmente en la sociedad’.

Más allá va quien aboga por una reducción de la jornada laboral y del salario en proporción menor a la de los precios, para así disponer de más tiempo libre y reactivar el consumo.

La mitad de las sugerencias no recaban más de veinte votos, quizá por el vuelvo que supondría para los gustos de muchos ciudadanos ‘ilegalizar el tabaco’ o regular en los alimentos la cantidad de azúcar o sal, ese ‘asesino escondido’, como dice el padre de la idea.

Sobre justicia, la petición más revolucionaria es la que plantea suprimir las penas de cárcel por trabajos sociales, para que en lugar de castigar al infractor, ‘se le obligue a hacer tanto bien como mal ha causado’.

Igual de benevolente es la propuesta de ‘humanizar’ a las fuerzas de seguridad del Estado, para que ‘no sean vistos como enemigos por parte de la sociedad’, aunque antónima de la que exige un ‘mínimo de educación’ a los policías.

Al apartado de ocurrencias originales se une la de prohibir los uniformes en los colegios, los ‘juguetes guerreros’ y las bolsas de plástico en los supermercados o la de fundar un ejército común europeo ‘ante invasiones’.

Y para que la consulta popular no acabe, otro ciudadano sugiere crear una web oficial en la que todo el mundo deje su propuesta y las que más gusten, se sometan a referéndum por internet.

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