Los psicólogos advierten del enganche a las pantallas

Los doctores Fernández Dols y Maraguat, en el ciclo sobre adicciones.
photo_camera Los doctores Fernández Dols y Maraguat, en el ciclo sobre adicciones.
Apuestan por un mayor control parental del uso de los móviles ante esta “emergencia social”

Expertos advirtieron de las consecuencias y los “efectos profundos” que provoca el “enganche” a las pantallas, en especial por el uso precoz y excesivo de los teléfonos móviles en edades tempranas, que llegaron a calificar como una situación de “emergencia social”, aunque pidieron “no demonizar” el problema y admitieron que se trata de un “fenómeno imparable” en el que “nadie tiene excesivo interés en pararlo porque es el futuro”.

Así lo pusieron de manifiesto el catedrático de Psicología Social José Miguel Fernández Dols, junto a la pediatra y presidenta de la Asociación Libres de Móviles, Úrsula Maraguat, y la doctora en Psicología y directora de la Fundación ATYME, Trinidad Bernal, en la segunda sesión del Ciclo Adicciones de las Cátedras Fisabio-UV y QUAES-UPV, celebrada ayer en València, que estuvo centrada en el fenómeno del “enganche” a las pantallas.

Fernández Dols, especializado en el estudio de emociones, vinculó la irrupción de “cualquier nueva tecnología” con el “uso problemático” de la misma, una situación que remontó incluso hasta 1517 y la época de Martín Lutero, cuando se inició una “guerra cultural”, y que llega hasta la actualidad con la “nueva revolución tecnológica” provocada por los teléfonos móviles y los ordenadores.

Al respecto, expuso los “efectos profundos” que las nuevas tecnologías están provocando en la forma de interactuar y el comportamiento de las personas a día de hoy. “Nos enfrentamos no a un gran peligro, pero sí a una gran incógnita que no sabemos a largo plazo cómo va a alterar de forma más o menos profunda a los usuarios”, avisó el catedrático.

En este punto, distinguió entre los conceptos “adicción” y “uso problemático”. El primero de ellos, subrayó, implica a objetos y sustancias, produce vulnerabilidad y afecta de manera “muy grave” al bienestar de la persona que la padece. En cuanto al uso problemático, apuntó que se refiere al grado en que las personas pueden desarrollar, por ejemplo, necesitar un teléfono móvil como “elemento de regulación emocional”. “Dependemos -del móvil- mucho más que de otras cosas”, aseguró.

Fernández consideró “mucho más interesante” hablar de la calidad de “cómo se utiliza” un teléfono móvil, frente a la “cantidad que una persona pasa delante” del dispositivo, de forma que se analice si las redes sociales, por ejemplo, se utilizan de manera activa o pasiva por parte del usuario. “Podemos estar simultáneamente en muchos sitios, relacionándonos íntimamente con personas que no conocemos”, detalló el catedrático, que reconoció que se trata de un ámbito en el que existen “enormes incógnitas”.

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