EMPRENDORES Y MARKETING

Los empresarios deben asumir que no todas las empresas se pueden salvar

Es muy difícil tener que asumir que tu empresa es una de esas que sobran.

A lo largo de mi carrera como consultor, y debido a esta crisis bestial que hemos atravesado, son muchas las empresas que me han llamado y siempre me dicen eso de “me ha dicho un amigo que usted salva empresas”. Lo que sucede después de este tipo de llamadas activa siempre el mismo protocolo: en primer lugar les decimos que nosotros no salvamos ninguna empresa, quedamos con la gerencia del negocio para conocerles y ver su empresa, les hacemos un diagnóstico de la situación de su negocio y basándonos en las conclusiones de esta diagnosis, empezamos con el trabajo de revitalización y reciclaje del negocio… O no.

Y digo no, porque en muchas ocasiones, ese trabajo de descripción y de diagnosis del estado financiero, comercial y de recursos humanos de la empresa nos lleva a comunicar a la gerencia del negocio que lo más sensato en esos momentos es cerrar el negocio. 

Este mensaje es siempre doloroso, porque obviamente cuando los dueños de una empresa nos llaman es porque tienen la esperanza de que efectivamente vamos a obrar el milagro de recuperar sus números y de reflotar adelante su proyecto empresarial. De hecho, aún es más triste dictar la sentencia de cierre cuando ves que para estas personas no supondrá un fracaso empresarial, sino personal.

En primer lugar quiero expresar que no todas las empresas, en función de la situación en la que estén se pueden recuperar. Por eso, desconfíen ustedes de esos ¿consultores? que parece que tienen la receta mágica para todos los males y que vienen con el “ungüento” amarillo que para todo vale. Sinvergüenzas hay en todas las profesiones y en el caso de la consultoría no es una excepción y uno se puede encontrar con personas con muy pocos escrúpulos que se aprovechan de la debilidad anímica y emocional de dueños y gerentes de negocios en problemas. 

La cancioncilla
Por otro lado, me encuentro en no pocas ocasiones con la cantinela famosa de que “en los primeros años de un negocio todos sufren” o si no con la cancioncilla de que “a todos esta crisis nos ha perjudicado y nos está dejando tocados” o incluso con la serenata de “yo sé que esto tarde o temprano se va a solucionar”. ¿Te suenan algunos de estos comentarios?

Y efectivamente estas frases tienen mucho de realidad, porque los inicios de un proyecto empresarial son muy duros y exigen muchos sacrificios y penurias; es cierto que esta crisis ha desbaratado todos los procesos y procedimientos y ha provocado que haya que replantearse todo; y, desde luego, como dice el refrán, “no hay mal que cien años dure”, pero …

Pero no te autoengañes y asume que hay muchas empresas que ganan dinero desde el primer día y que son capaces de amortizar inversiones millonarias en muy poco tiempo. Asume que en esta crisis hay empresas que no solo es que hayan aguantado bien las “tormentas” financieras, sino que incluso han ganado más dinero que antes de la crisis.

Y asume también que esto se va a solucionar, pero como pasa en todas las crisis, al final de las mismas aguantan las organizaciones que supieron adaptase mejor a los cambios que surgieron, de tal manera que todo aquello que sobraba desaparece. ¿Y si tu empresa es de esas que deben desaparecer? Pues sí, querido emprendedor, querida emprendedora, sé que es duro, sé que es muy intenso emocionalmente el asumir que tu empresa es una de esas que sobran, pero no es menos cierto que llega un momento en el que debes asumir que ese proyecto ya no da más de sí, que no te genera el dinero suficiente como para mantener a tus empleados y a ti, que no te aporta ganancia económica , ni emocional y que lo más sensato es programar un cierre de empresa para que los daños que produzca el fin de actividad te afecten lo menos posible en un futuro.

¿Futuro? Pues sí, porque ya sabéis los que me leéis aquí con tanto cariño semana tras semana, que yo soy optimista. Y aunque no os lo creáis, a pesar de este fracaso empresarial, tenéis muchos caminos que recorrer en vuestra vida. Extraed el aprendizaje de esta aventura empresarial, reflexionad en qué cosas fallasteis en primera persona, y cuando tengáis toda esa información organizada, quizás sea el momento de empezar a buscar otros retos. ¿Caminamos juntos?
 

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