FORO LA REGIÓN

“Fidel Castro era un paciente muy inquisitivo, quería saber siempre todos los detalles ”

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photo_camera José Luis García Sabrido y José García Buitrón visitaron ayer Vigo y hoy estarán en Ourense.

José Luis García Sabrido y José García Buitrón estarán hoy, día 16 de febrero, en el Foro de La Región, a las 20:15, en el Centro Cultural Marcos Valcárcel

José Luis García Sabrido fue durante años jefe del Servicio de Cirugía del Gregorio Marañón y coordinador de trasplantes hepáticos. Fue médico de Fidel Castro y Hugo Chávez. Ayer estuvo en Vigo y hoy a las 20:15 dará una charla en el Foro La Región (Centro Cultural Marcos Valcárcel) con García Buitrón.
 

¿Por qué le llamó Fidel Castro?
Yo conocía la isla desde hace años. Era muy amigo del bailarín Antonio Gades, que era miembro del partido comunista cubano, y él tenía una relación grande con la familia Castro. Empecé también una relación con ellos, de eso hace más de 20 años. Mi conocimiento más asiduo era con Raúl Castro, antes de ser presidente y después. Traté a muchos pacientes cubanos allí y en España. Fidel venía de un viaje de Argentina y Venezuela y en el trayecto aéreo tuvo una hemorragia intestinal. Le operaron de urgencia en La Habana. Tuvo una serie de complicaciones y pocas semanas después se pusieron en contacto conmigo para ver si requería algún procedimiento nuevo.

¿Era un paciente muy exigente?
Con Fidel hablé en contadas ocasiones, se veía con muy poca gente. Como paciente era muy inquisitivo, preguntaba todos los detalles de lo que se le iba a hacer, en qué se fundamentaban los tratamientos, qué decía la literatura médica.

Wikileaks contó la enfermedad que tenía. ¿Por qué había tanto misterio?
A pesar de que Fidel Castro era un personaje histórico, quizá el último político de relevancia de la última mitad del siglo XX,  mantenía en secreto su vida privada y sus enfermedades. Wikileaks también publicó que tuvo como 300 intentos de asesinato y él jamás los narró en persona. Pidió que no se diese información sobre sus enfermedades que no fuese la estrictamente necesaria para mantener el Estado funcionando. No es extraño, en general a nadie le gusta.

¿Qué opina de la medicina de Cuba?
Es buena, sobre todo la primaria porque no se necesitan muchos recursos tecnológicos y la especializada tiene muy buenos expertos, muchos formados en Europa, pero desgraciadamente no tienen la tecnología necesaria para ejecutar determinados procedimientos complejos por el bloqueo  americano y la ley Helms-Burton que prohíbe suministrar esa tecnología.

¿Cómo era Hugo Chávez?
El caso de Chávez es muy diferente. Se le detectó un tumor en la pelvis en Venezuela y se le hizo un tratamiento de dudosa utilidad. Me consultaron sobre el tratamiento. Por lo que supe los diagnósticos no estaban bien afinados ni terminados y yo sugerí que fuera tratado, por la complejidad del caso, en algún sitio con medios técnicos relevantes y una buena radioterapia. No fue así.

¿Como ve la sanidad en España?
Tenemos una de los sistemas mejor organizados del mundo, pero con la crisis se recortó el gasto social y sanitario y hubo un deterioro que afectó a las listas de espera. Se debe reinvertir el dinero que se sacó, entre 15.000 y 18.000 euros para revertir la situación. 

José García Buitrón ejerció como  cirujano y coordinador de trasplantes en el Hospital  de A Coruña. Participó en el primer trasplante de Galicia en 1981. Fue senador por En Marea y forma parte del consejo ciudadano estatal de Podemos. El articulista y aviador Julio Dorado fue quien le presentó a García Sabrido. Los tres estarán hoy en el Foro La Región.

¿Cómo fueron los inicios de los trasplantes en Galicia?
En España estaban empezando, el primero había sido en 1964, pero eran anecdóticos. Lo habíamos visto ya en Madrid (yo había estado en Puerta del Hierro), en Barcelona y quizá en Valencia. Empezamos un procedimiento relativamente nuevo y no sabíamos adonde nos podía llevar. Los hospitales que más hacían al año no llegaban a 25, de donante vivo (renal porque los otros no existían). El cambio fundamental en España es cuando se introduce el trasplante de donante cadáver, es cuando surge el sistema de organización y transforma el panorama, pasamos de la anécdota a algo rutinario.

¿Cómo estamos en Galicia?
En condiciones magníficas, hacemos todos los trasplantes que se hacen en el resto de España y del mundo, en número y calidad suficiente. En España nadie se muere de insuficiencia orgánica.

¿Cuál es la clave?
Una es la propia organización, eso no se improvisa. La Sociedad Nacional de Trasplantes es muy eficaz, poniendo el acento en la obtención de órganos en la ciudadanía y sacando lo mejor de ellos que es la solidaridad, y nos hemos ganado también el reconocimiento de las propias administraciones, les hemos convencido de que era una buena terapéutica y era un progreso social y sanitario y también para el propio sistema porque los trasplantes movilizan muchos recursos y mucho conocimiento y hace que todos los hospitales funcionen mejor.

¿Se nota el envejecimiento de la población en materia de trasplantes?
Empezamos teniendo donantes que eran chavalitos que andaban en moto sin casco y era una sangría tremenda. Eso desapareció y nos obligó a los profesionales a explorar otras posibilidades de donantes. Fue cambiando el espectro, empezaron a ser enfermos que morían de hemorragias cerebrales, personas mayores y ahora personas que mueren de parada cardiaca y que somos capaces de recuperar sus órganos. Hemos ido aprendiendo obligados por la necesidad, pero la calidad del trasplante sigue siendo la misma.

¿Tienen vida útil los órganos?
Sí, pero digamos que con tendencia a la ampliación. Han mejorado los tratamientos anti rechazo y las técnicas quirúrgicas, eso hace que los órganos vivan más tiempo.

¿Cuál es el avance más esperado?
Hubo una etapa en la que teníamos un programa pionero en A Coruña para trasplantar órganos de cerdos modificados genéticamente para utilizarlos en seres humanos. No llegó a buen fin. Ahora está en perspectiva la ingeniería tisular. Es un buen sueño, aunque aún estemos lejos. Mientras, tenemos que seguir pidiendo a la gente que done sus órganos para que otros vivan. 
 

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