FORO LA REGIÓN

“Hoy, las gradas de un estadio son el coro de la tragedia griega"

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photo_camera El antropólogo y escritor ourensano Manuel Mandianes.

El reconocido antropólogo ourensano Manuel Mandianes se ha implicado de lleno para analizar un fenómeno que mueve miles de millones de euros, llena estadios y que, sin duda, tiene gran protagonismo en la sociedad actual

El reconocido antropólogo ourensano Manuel Mandianes se ha implicado de lleno para analizar un fenómeno que mueve miles de millones de euros, llena estadios y que, sin duda, tiene gran protagonismo en la sociedad actual. Las conclusiones de lo que hay detrás del deporte rey las ha recogido en "El fútbol (no) es así", un libro que presentará hoy en el foro La Región, a las 20,15 horas en el Centro Cultural Marcos Valcárcel.

¿Cuál es el fútbol que se escapa de los bordes de la pantalla?

El fútbol tiene dos aspectos fundamentales: el espectáculo que gusta a mucha gente y el negocio, a veces sucio, que no se ve en la televisión y que los cronistas no cuentan. Me refiero al dinero negro y sucio, las apuestas, la corrupción en general.

¿Ha logrado abrirlo en canal?

Creo que sí, o al menos lo he intentado. Para eso, he ido a los partidos, he leído sobre el deporte y, sobre todo, me he interesado en cómo la gente ve el fútbol en la calle. Cuando voy a un estadio, me fijo más en lo que ocurre en las gradas que en césped. Además, he podido hablar con agentes implicados a todos los niveles, desde directivos hasta jugadores. Por supuesto, no me han hablado de corrupción, pero uno está capacitado para leer entre líneas.

¿Cuál sería la definición tras siete años de trabajo de campo?

El fútbol es un espectáculo metáfora de la lucha de la vida cotidiana que tira de un gran negocio y cosas inconfesables. Representa fielmente esta milicia, no tanto en la vida aparente sino en la íntima, nuestras contradicciones y desgarramientos personales. Por otra parte, hoy se dice que la gente no va al teatro ni se interesa por la literatura clásica. La gente lo ve en el fútbol. Las gradas son el coro de la tragedia griega y los futbolistas los actores.

El libro relaciona fútbol y religión, ¿qué comparten?

El fútbol es la sede de los que no tienen fe. La religión se ha perdido mucho y la pasión, el fervor y el entusiasmo que despertaba antaño ahora se ve reflejada en este deporte. Hay que distinguir a los aficionados, que disfrutan del espectáculo, de los hinchas, aquellos que van a un partido para dar rienda suelta a sus pasiones, como el odio, el rencor o el entusiasmo, llegando a identificarse al 100% con los colores de su equipo y asumiendo como propios sus éxitos o fracasos.

¿Quiere decir que estamos ante una sociedad vacía?

Sin duda ninguna. El fútbol ocupa tanto tiempo y espacio porque mucha gente no piensa en nada más. No digo que sea malo, solo que es un síntoma del empobrecimiento social. Desde el punto de vista del que lo toma como un pasatiempo, es un espectáculo más, como ver una película. Los puristas dicen que son incomparables, pero hay jugadores a los que se les llama dioses.

¿Llegan a desbancar a políticos?

Los han desbancado hace tiempo. Lo que pasa es que tienen tanto poder que no se pueden desplazar. A los políticos se les recuerda por la corrupción y no se les tiene afección. Los sentimientos son para políticos y héroes de la vida moderna. Ve a un estadio y pregunta por el filósofo más conocido de España o un político que no salga a diario en televisión, a ver qué te encuentras.

¿De qué seríamos capaces si empleáramos tanta pasión y nobleza para todo?

Esta pregunta es irresoluble. Tendríamos que probar a conseguir lo que el fútbol: poner de acuerdo a todas las clases sociales en aras de un buen objetivo. Yo lo veo prácticamente imposible. No hay nada en este momento que pueda suscitar una opinión tan extendida. Solo se pone a prueba cuando ocurre una catástrofe, cuando todo el pueblo se vuelca en una misma causa.

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