Envían miles de cartas y e-mails para encontrar viejas partidas de nacimiento de incluso hace un siglo

Descendientes de emigrantes agotan las vías para acreditar su origen y poder ser españoles

Equipo encargado de tramitar las búsquedas en la Secretaría Xeral de Emigración. (Foto: LRI)
’Quiero recuperar la nacionalidad’. Cada día numerosos descendientes de emigrantes agotan todas las vías posibles para ser españoles. Hoy entraron en vigor las modificaciones de la Ley de Nacionalidad, pero hace meses que se nota un repunte de deman das en órganos como el servicio de Acción Social de la Subdirección Xeral de Programas de la Secretaría Xeral de Emigración, donde cada día se reciben cartas o e-mails de hijos y nietos que buscan documentos que les permitan acreditar su origen.
Son detectives del siglo XXI. Han tenido que abandonar la gabardina, la pistola y la lupa por enormes dosis de paciencia e ingenio a la hora de reconstruir los hechos, sucesos que muchas veces se remontan a más de 150 años. ‘Tenemos gente que nos pide datos de sus padres, nacidos en España en torno a 1870’, asegura Argimiro Ríos, jefe del servicio de Acción Social en la Subdirección de Programas Sociais de la Xunta.

Cada día este organismo recibe cartas y e-mails de hijos y nietos de españoles que viajaron a América y que les han dejado una exigua herencia: un nombre, un año de nacimiento y -los más afortunados- incluso una localidad de origen. Son el punto de partida imprescindible para que desde Acción Social se les puedan gestionar los documentos oficiales que les permitirán demostrar su ascendencia y acceder a la nacionalidad española. Sin embargo, en más de una ocasión, las pistas aportadas por los propios interesados son falsas o confusas, así como el ‘escenario del crimen’, y lo que tendría que ser un simple proceso de transmisión de datos a los registros civiles se convierte en una madeja enmarañada en la que es muy difícil encontrar el principio del hilo.

A lo largo del año, este órgano tiene a una persona encargada de dar respuesta a los centenares de cartas que llegan a la Secretaría Xeral de Emigración, bien a través de la iniciativa de los propios demandantes como a través de las delegaciones de la Xunta en Argentina y Uruguay, o de los propios centros gallegos.

‘El triple de trabajo’

Ahora, con la cercanía de la reforma legislativa el trabajo se ha vuelto a multiplicar y este departamento ha triplicado su personal. ‘Tenemos muchos casos nuevos’, asegura Argimiro Ríos, pero con las novedades legislativas ‘otros muchos que no habían podido conseguirlo antes vuelven a intentarlo’.

El trabajo de este personal consiste en ‘bucear’ en los registros civiles o en las partidas de nacimiento, con los datos que aportan los descendientes en sus misivas y conseguirles las certificaciones registrales y de descendencia con las que pueden demostrar tener orígenes en España.

Esta sería una tarea sencilla en el caso de que los solicitantes pudiesen aportar datos tan básicos como el lugar de nacimiento y la fecha. Pero en la mayoría de los casos, quienes solicitan la nacionalidad son hijos, nietos y tataranietos que apenas conocen datos del origen de su familia y España les suena como una serie de nombres y datos abstractos.

‘En más de la mitad de las demandas, los solicitantes no saben de dónde era su padre o abuelo’, confirma Argimiro Ríos, quien señala que son muy numerosas las cartas que llegan con datos tan poco concretos como ‘nacido entorno a 1890’ o ‘de la provincia de...’.

EL PROCESO

Buscar una aguja en un pajar

De entrada, la falta de concreción en los datos que los descendientes facilitan a los encargados de buscar las partidas de nacimiento de sus padres o abuelos supone que un proceso que debería llevar dos o tres días -dependiendo del volumen de trabajo del Registro Civil (son más lentos en las grandes ciudades, porque tienen más inscritos y trabajo)se pueda demorar semanas, meses o incluso no pueda resolverse.

Cuando los solicitantes no pueden concretar más que la provincia de origen (algo que ocurre en mucha ocasiones), la búsqueda es imposible porque tendrían que comprobarse los registros civiles de cada ayuntamiento (unos 80 por provincia). El dato fundamental para poder iniciar con éxito la búsqueda es conocer el ayuntamiento de origen del emigrante, o mejor aún, la población en la que nació.

Para los emigrantes nacidos después de 1870 la búsqueda se realiza en los registros civiles. Pero para los nacidos antes de esa fecha, los ‘detectives’ deben echar mano de los archivos diocesanos, que guardan los libros parroquiales anteriores a esta fecha. La Xunta mantiene acuerdos con todos los obispados gallegos para facilitar esta búsqueda que muchas veces se revela como la única vía posible. Además, hasta bien iniciado el siglo XX había muchos gallegos que no inscribían a sus hijos en el Registro Civil, por lo que la fe de bautismo, en los archivos parroquiales, se convierte en la única vía para poder localizarlos y acreditar su nacionalidad.

Cuba concentra la inmensa mayoría de las solicitudes

La mayoría de las solicitudes proceden de Cuba y de Argentina. En 1905, en Cuba residían 105.000 gallegos. Un siglo más tarde, la cifra podría haberse multiplicado varias veces contando a hijos, nietos y biznietos. A lo largo del siglo XX muchos perdieron sus lazos con Galicia. Ahora están intentando recuperarlos, pero el tiempo y el olvido juegan en su contra.

En Cuba, ser español es ‘una oportunidad para acceder a ayudas, no sólo para regresar a España’. Desde Emigración se confirma que el objetivo final de muchos solicitantes es ‘dar una serie de derechos a hijos y nietos’, como acceder a los programas de ayudas económicas, sanitarias o vacacionales.

En los últimos años se han reducido las solicitudes llegadas desde Argentina. A ello ha ayudado que también se gestionan en la oficina delegada de la Xunta o a través de los centros.

En las solicitudes llegadas desde Cuba se constata una dificultad a mayores a la hora de buscar los orígenes gallegos: la diferente forma de hablar. Argimiro Ríos confirma que el acento cubano, que no distingue entre las letras c, s y z provoca que estén buscando un apellido diferente al original. En algunos casos la búsqueda es sencilla y es cuestión de aplicar la lógica, como cuando preguntan por ‘Orence’ (Orense). En otros se revela imposible. ‘Nos dicen nombres que recuerdan, pero que mucha veces no son los correcto, como ‘Bosas’ por Bouzas’.

Otro problema que se constata en las demandas ‘cubanas’ es que recuerdan los nombres de partidos judiciales o ayuntamientos que ya no existen, que desaparecieron con la reforma de del siglo XIX y ‘preguntan por Río Barba, que hoy es Ortigueira’.

Cambio de apellido

Además, en Cuba se produjo otro fenómeno que hoy complica la búsqueda de las partidas de nacimiento. Argimiro Ríos confirma que muchos emigrantes se cambiaron de nombre o apellido al llegar a la isla. ‘A lo mejor nos dan todos los datos pero nos preguntan por alguien apellidado Casas, y nosotros encontramos Da Casa’. En situaciones así, no se puede expedir la partida porque existe un problema procesal ‘de muy difícil solución’, afirma Ríos.

Los descendientes tienen que demostrar que son hijos o nietos de la persona buscada, pero la Administración cubana será la que tenga que demostrar que ese ‘abuelo’ con ‘nuevos apellidos’ es la misma persona que abandonó Galicia.



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