Hasta el 14 de agosto de este año ha ardido una superficie de 33.500 hectáreas, un 60% menos de la media de los últimos diez años, según Greenpeace, que advirtió ayer de que este buen balance 'puede convertirse en una trampa si no se invierte en gestión forestal'. La organización ecologista considera un cóctel explosivo la acumulación de biomasa en los montes y los recortes en prevención y extinción de incendios .
Greenpeace publicó ayer en su página web el informe Incendios Forestales, en el que se destaca que Galicia es la comunidad más castigada y donde se concluye que los avances en la lucha contra el fuego de los últimos años están teniendo un 'efecto secundario', ya que el aumento de la masa forestal no va acompañado de inversiones para su correcta gestión, lo que podría provocar que los incendios del mañana 'sean más virulentos'.
Según esta organización, aunque la época de riesgo de incendio todavía no ha terminado, 2011 está siendo un buen año en comparación con las cifras de la última década; hasta el 14 de agosto había ardido una superficie de 33.500 hectáreas, un 60% menos de la media de los últimos diez años.
Greenpeace también detectó cómo la 'temperatura social' ha disminuido y las encuestas de opinión reflejan que los ciudadanos relegan los incendios forestales a puestos más bajos entre los problemas medioambientales.
Es precisamente ahora cuando no se puede bajar la guardia y 'si no gestionamos la gran cantidad de biomasa acumulada, la producción sostenible de energía, las prácticas ganaderas respetuosas con el entorno o el uso controlado del fuego, más tarde o más temprano tendremos episodios de incalculables consecuencias', declaró Miguel Ángel Soto, responsable de Bosques de Greenpeace. Para evitar esta situación, la ONG propone revisar el modelo vigente de lucha contra incendios y evolucionar hacia una gestión global.
Según esta organización, aunque la época de riesgo de incendio todavía no ha terminado, 2011 está siendo un buen año en comparación con las cifras de la última década; hasta el 14 de agosto había ardido una superficie de 33.500 hectáreas, un 60% menos de la media de los últimos diez años.
Greenpeace también detectó cómo la 'temperatura social' ha disminuido y las encuestas de opinión reflejan que los ciudadanos relegan los incendios forestales a puestos más bajos entre los problemas medioambientales.
Es precisamente ahora cuando no se puede bajar la guardia y 'si no gestionamos la gran cantidad de biomasa acumulada, la producción sostenible de energía, las prácticas ganaderas respetuosas con el entorno o el uso controlado del fuego, más tarde o más temprano tendremos episodios de incalculables consecuencias', declaró Miguel Ángel Soto, responsable de Bosques de Greenpeace. Para evitar esta situación, la ONG propone revisar el modelo vigente de lucha contra incendios y evolucionar hacia una gestión global.
