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Hay cerdos mimados, pero son más caros

Porco Celta_result

Al igual que sucede con todo tipo de industria, hay quienes tienen más o menos escrúpulos 

El reportaje que el programa “Salvados”, de La Sexta, emitió hace unos días en el que se mostraban las durísimas condiciones en las que son tratados los animales en algunas granjas ha vuelto a avivar el debate sobre el control del bienestar animal durante su crianza. La historia no es nueva. Solamente resultó cruda porque se vio por televisión. Al igual que sucede con todo tipo de industria, hay quienes tienen más o menos escrúpulos y un caso tan extremo como el que se veía en televisión no puede servir para calificar a todo un sector. 

No cabe duda de que a la hora de alimentar y engordar los animales que luego se convierten en nuestros alimentos hay granjas de explotación intensiva, donde viven estabulados y confinados a un espacio muy reducido, y otras en las que disponen de salida al exterior o, como sucede con la cría de las razas autóctonas, viven en régimen de pastoreo, la mayor parte del tiempo al aire libre y de paso, evitan la necesidad de desbrozadoras allá por donde campan.

Está claro que la vida de éstos es más bucólica que la de los de granja. Pero ese bienestar se traduce también en un mayor coste, como sucede con los huevos de gallinas camperas frente a las enjauladas. La felicidad animal también tiene su precio.

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