saludable

El deporte es bonito, pero nada bueno para la salud

lesion2

Para ganar, el deportista -en su mayoría profesional a tiempo parcial o completo- exprimirá al máximo sus cualidades y recurrirá a todas las ayudas posibles

La semana pasada terminamos nuestro artículo escribiendo “el deporte de competición o máximo rendimiento es incompatible con la salud”, palabras para algunos sorprendentes. ¿Acaso el deporte no es sano? ¿Los deportistas no son mejores personas y viven más?

Aclaremos conceptos. El deporte de competición y máximo rendimiento es una actividad reglada, donde el único objetivo de los participantes es ganar y no pasar un buen rato entre amigos. Aunque la victoria siempre suele producir sensaciones placenteras, en especial si la consigues contra tu eterno rival.  

Para ganar, el deportista -en su mayoría profesional a tiempo parcial o completo- exprimirá al máximo sus cualidades y recurrirá a todas las ayudas posibles, a veces ilegales, para mejorar su rendimiento en competición y poder luchar por la victoria.


El precio de la gloria


En esta plan, la salud no importa mucho. Muchos la sacrificarán, poniendo su cuerpo al límite y sin pensar en el mañana. Un buen ejemplo es el caso del futbolista brasileño Ronaldo Nazario, quien jugó la final del Mundial de 1998 tras sufrir el día anterior un grave problema cardiaco. El problema obligaba a parar, pero la presión de la selección, del país, de los patrocinadores y la propia ambición del jugador forzaron una aparición con pésimas consecuencias.

En algunos casos, el precio de la gloria, o de codearse entre los mejores, será una lesión crónica. En los más dramáticos, graves secuelas físicas o psíquicas. O incluso la muerte. Fíjense en los cada vez más jóvenes gimnastas chinos de la primera década de siglo. El resultado es portentoso. El camino para alcanzar esa perfección es propio de una película de terror.


Ejercicio eficiente y seguro


Por eso, diferenciamos entre deporte de alto rendimiento, deporte amateur y ejercicio físico. 

El tercero está organizado y dirigido por un profesional, bajo dos premisas básicas: cumplir objetivos sensatos del cliente y -atención- no causarle perjuicio. Es decir, si usted sufre un infarto y su entrenador le obliga a cargar 150 kilos en un ejercicio de sentadilla para ganar una apuesta al cachas de turno, puede sentirse, sin duda, deportista profesional de pleno.

Te puede interesar