LITERALMENTE

La mujer que pudo reinar

En un mundo donde la mujer tenía vetado acceder al trono, reservado para el hombre, algunas lo lograron. Una de ellas fue Tausert, mujer-faraón de la Dinastía XIX.

No era nada fácil para una mujer convertirse en rey de Egipto pero Tausert lo logró gracias a un juego de inteligencia y pese a la oposición de los militares y parte del clero. Su nombre entero era Tausert Merienmun, que significa “La Poderosa Amada de la Diosa Madre”, y fue la último representante de la Dinastía XIX, que había iniciado Ramsés I y continuaron su hijo y nieto, Seti I y Ramsés II. Su llegada al poder, en torno al año 1190 antes de Cristo, fue de forma similar a otras mujeres: un acontecimiento singular aprovechado con éxito. 

Igual que Hatshepshut, en la Dinastia XVIII, Tausert era una reina consorte, de Sethy II, que tras la muerte de su marido asumió primero la regencia y más tarde la titularidad del trono. Y como otras antes y después que se convirtieron en reyes, también se vieron afectadas por una “damnatio memoriae” y por un cataclismo dinástico. Antes que ella, Nitocris fue último faraón del Imperio Antiguo. Lo mismo pasó con Nefersobek, en la Dinastía XII: tras ella se acabó el Imperio Medio. Con Tausert terminó la Dinastía XIX. La siguiente mujer en el trono, Cleopatra, supondría el final de Egipto.

Sethy II la dejó viuda y con un niño, el nuevo faraón Siptah,  que era hijo de una esposa secundaria. Como en el caso de Hatshepshut, logró continuar al mando, en su caso algo mucho más difícil por cuanto no era de la familia real, contando para ello con el apoyo del intrigante canciller Bay, que tendría el mismo papel que el ministro Senenmut para Hatshepshut. Durante esos seis años, llevó las riendas del país y a la muerte del niño Siptah conseguría coronarse como rey titular, aunque sólo durante dos años más. 

Enfrente se encontró con Sethnajt, un general del ejército egipcio partidario de un poder fuerte y que no toleraba a una mujer en el trono. Era una aberración: según los sacerdotes, sólo un Horus hombre podía asumir la doble corona del país del Nilo. De hecho, sólo cinco mujeres lo lograron en 3.000 años: Nitocris, Nefersobek, Hatshepshut, Nefertiti y Tausert fueron reinas y reyes. Luego vendría Cleopatra, pero ya en un período histórico muy distinto, más cerca de Grecia que de Egipto. 

El conflicto entre Tausert y y Sethnajt no dejó de crecer y acabó con una guerra civil, tras la que el general, vinculado con la familia Ramsés, se hizo coronar, fundado la Dinastía XX. Tausert, que sólo pudo gobernar en solitario dos años, se construyó una tumba en el Valle de los Reyes –y no de las reinas- pero fue usurpada por su rival. Se especula que la momia hallada en la tumba de Amenhotep II podría ser la suya.  Así finalizó la Dinastía XIX, en medio de un caos, que no sería sino el anuncio del final del Imperio Nuevo, que todavía duraría otros 200 años hasta desembocar en el Tercer Período Intermedio. Egipto ya nunca llegaría tan alto.

Su memoria y la de Bay fueron perseguidas más tarde por Sethnajt, que declaró otra “damnatio memoriae”, igual que en el caso de Hatshepshut, y con el mismo resultado. De hecho, Tausert es protagonista de “La  momia”, una de las novelas más populares sobre el Antiguo Egipto. Una leyenda negra se implantaría en la tradición popular sobre una malvada reina, experta en pócimas e intrigas cortesanas, y su amante, un sirio que acabaría por asumir el trono. 

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