LA REVISTA

Nuez moscada, el perfume que alimenta y mata

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photo_camera La nuez moscada.

Se utiliza en la pepitoria con la que se elaboran el conejo, la gallina o el faisán y no deben faltar unas ralladuras de nuez moscada

Es tan común en nuestra cocina como la sal o la pimienta. Se utiliza en la pepitoria con la que se elaboran el conejo, la gallina o el faisán y no deben faltar unas ralladuras de nuez moscada en la preparación de la bechamel con la que hacemos las croquetas de cualquier cosa. Pero lo que hoy compramos en frascos herméticos para que conserven su perfumado aroma y endulzado sabor por poco más de dos euros las cuatro o cinco nueces, fue en el pasado una de las especias más costosas de la cristiandad, gracias a un monopolio secretamente guardado por mercaderes árabes que la hacían llegar a Europa desde el pequeño archipiélago en el que prosperaba el árbol de la nuez moscada o mirística: las Islas de Banda,  que suman 180 kilómetros cuadrados de tierra en un grupo de diez islas que se encuentran entre Nueva Guinea y la isla de Java. En el siglo XVI el monopolio pasó a los portugueses,

que se enriquecieron gracias a su comercio en exclusiva, al igual que había sucedido con la canela, hasta que llegaron los holandeses y su Compañia de las Indias Orientales, que se mantuvieron al frente del negocio hasta que los ingleses se lo arrebataron en el siglo XIX.
Sigue siendo un producto de clima tropical, pero se ha extendido a otras islas de Indonesia, áreas continentales del sudeste asiático y el Caribe. De hecho, la isla de Granada, famosa por la invasión norteamericana de hace poco más de treinta años, acapara nada menos que el 40 por ciento de la producción mundial.

Lo importante es la dosis

Además de sus valores culinarios, con más de mil años de historia en Occidente, los aceites esenciales de la nuez moscada, que son los que le proporcionan el aroma y sabor que tanto nos interesan, tiene otras utilidades de aplicación en la industria química y farmacéutica. Esos mismos aceites beneficiosos en pequeñas dosis pueden convertirse en un serio problema para la salud, si se traspasan los límites de la cantidad razonable. En la Escuela de Salerno, el primer centro de estudios médicos de la Edad Media, aplicaban el principio de que "la primera nuez es saludable, la segunda te perjudica y la tercera te mata". Con una nuez haremos muchos platos en la cocina, con lo que no existe riesgo alguno.  Sí en cambio para quienes buscan el factor alucinógeno, pues se necesitan cantidades que rozan el envenenamiento.

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