El pantalón vaquero, la moda que nunca se pasa

En sus 150 años de historia, los pantalones vaqueros se han convertido en la prenda de vestir más fabricada de todos los tiempos. De los campos de algodón de Sudamérica partió el material, que se valió de los telares de Europa y de la visión comercial de Levi Strauss para convertirlo en un imprescindible de cualquier armario

La moda más de moda

Te guste o no la moda. Sigas o no las tendencias. Consideres o no la vestimenta como algo frívolo a lo que no prestarle demasiada atención. Sea cual sea tu posición frente al armario, de esto no habrás podido escapar. 

La historia comenzó en Baviera, en 1829. Allí nacía entonces Levi Strauss. Con menos de 20 años, junto a su madre y sus hermanas tomó un barco -como tantos otros- que le llevaría rumbo a Nueva York y, de allí, hasta San Francisco, para tratar de salir comenzando por una pequeña tienda de mercería que no tardaría en triunfar.

Era 1853 y Levi Strauss & Co pronto se convirtió en la primera compañía de la historia en producir pantalones vaqueros. 

Antes de continuar, la historia nos lleva en este punto de vuelta a Europa y la época de las colonias.

Algodón y telares

Dos ingredientes se necesitan en la alquimia que da origen a la tela vaquera. Por un lado, el algodón y la habilidad de los aborígenes sudamericanos para trabajarlo y darle forma. En segundo lugar, los telares artesanales de Europa. Dos elementos que tejieron una de las prendas más importantes de la historia de la moda, que ha conquistado a todo tipo de públicos, marcas y poderes adquisitivos.

Fue en las ciudades de Génova (Italia) y Nimes (Francia) donde surgieron los dos mercados más importantes de tela vaquera, un tejido que se convirtió en el favorito de las clases trabajadoras por su resistencia y durabilidad, con una calidad más cuestionable en la ciudad italiana y perfecto para prendas de vestir en la francesa.

Un tercer factor faltaba en la ecuación para dar como resultado el pantalón preferido durante generaciones y generaciones: el estadounidense Whitcomb L. Judson, inventor de la cremallera, un sistema de cierre mucho más rápido y cómodo para la prenda más buscada.

Los remaches y el más antiguo

Pero, como todas las recetas, también la del pantalón vaquero estaba pendiente todavía de esa pizquita que lo convertiría en inmortal. Volvemos a Estados Unidos, a la mercería Levi Strauss & Co. Era 1872 y uno de sus mejores clientes, Jacob Davis, le planteó los problemas que los mineros experimentaban en los bolsillos, que se rompían fácilmente con el uso de las herramientas. Ambos colaboraron para buscar una solución que llegó en 1873 con la patente de un remache que bautizaba al primer pantalón vaquero tal y como hoy lo conocemos, convirtiéndose en la prenda de vestir más fabricada de toda la historia de la humanidad.

Levi Strauss falleció en 1902 sin descendencia directa. Fueron sus sobrinos los que mantuvieron un negocio que hoy continúa vivo y goza de muy buena salud. De su legado destaca también el pantalón que en 2016 fue encontrado en el estado de Nevada, datado en 1880 y que se considera el más antiguo que se conserva.

Popularidad

Un pequeño remache fue el origen de un imperio que comenzó fabricando pantalones para trabajadores de las fábricas y las minas y continuó extendiendo la tela vaquera a todo tipo de prendas y públicos. La popularidad de los vaqueros no tardó en correr como la pólvora, creciendo exponencialmente y llenando los catálogos de todas las marcas y firmas hasta alcanzar ventas de más de 15 mil millones de dólares anuales tan solo en Estados Unidos. 

Esta popularidad entre la sociedad en general aumentó a partir de la década de 1950 gracias, en parte gracias a la película “Rebelde sin causa” en la que James Dean asoció la prenda a un look casual y desenfadado. Todos los “rebeldes sin causa” de la época quisieron imitarle manifestando en unos pantalones su juventud inconformista.

En la década de los 70, los pantalones vaqueros estaban más que aceptados en prácticamente todo tipo de contextos, una hegemonía que no han perdido a día de hoy. A pesar de que fue su funcionalidad la que los convirtió en una prenda tan deseada, los vaqueros acabaron por convertirse en un auténtico lienzo de creatividad, admitiendo todo tipo de cortes, estampados y acabados. Fue en 1965 cuando Limbo, una tienda de Nueva York les dio un acabado desgastado que se convirtió en un éxito e incluso contrató a artistas de la zona para que les aportasen su toque.

Contaminación y sostenibilidad

La infinita variedad de pantalones vaqueros -presentes en los armarios de todo, todo el mundo- tiene, sin embargo, un lado oscuro y no es otro que el de la contaminación. La revolución que hace 150 años suponía la invención de una prenda válida para trabajar y vestir busca ahora su paralelismo en términos de sostenibilidad, pues se estima que se gastan miles de litros de agua en producir solo uno.

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