Adquirida a principios de este siglo por los hermanos David, tercera generación de una saga de hosteleros. La terraza en verano daba un respiro al escaso aforo pero abundante público que acudía allí en busca de su tortilla, sus empanadillas y el pulpo, principalmente.
Sus propietarios decidieron que no querían sentirse desbordados por el éxito e incrementaron su espacio adquiriendo el local colindante y con él ampliaron la cocina, comedor, terraza e incluso la oferta de productos.
Al pulpeiro, se ha unido un cortador de jamón ibérico. Ambos trabajan de forma permanente. Y en la cocina cuecen cigalas, centollas de la ría cuando es temporada, bogavantes y langostas y otros mariscos. La taberna se ha convertido en marisquería pulpería en la que se mima el producto, sobre todo el que se selecciona cada día en la lonja.
Pero a diferencia de otros establecimientos en los que se ha seguido una evolución similar, que han pasado de un modesto local a uno de mayor empaque, en La Aldeana se mantienen fieles a los productos que les granjearon la fama.
Los jóvenes que iban por unas empanadillas hace veinte años ahora se toman unas cigalas o una centolla. Pero el marisco y el jamón de bellota no han excluido aquellas tapas primordiales y sus clásicas tortillas que siguen atrayendo a mucho público.
