Sembrar para mariscar, la agricultura del mar

Desde Vigo hasta Ribadeo, los arenales de muchas playas de las rías gallegas presentan estos días una gran concurrencia. El marisqueo de los moluscos bivalvos se ha convertido en una suerte de agricultura marina, en la que las cofradías siembran semilla de distintas variedades que luego serán recogidas cuando alcanzan el tamaño adecuado. Sembrar para mariscar es una manera de proteger las especies frente a la sobreexplotación, aunque las cofradías de mariscadores (en realidad la mayoría son mariscadoras), tienen que enfrentarse luego al furtivismo y la contaminación, que son las dos grandes plagas que atacan estos cultivos.

Japónica, fina, babosa, rubia, son las principales especies de almejas que se cultivan, junto con los berberechos, que en la ría de Vigo también son conocidos como “croques”, constituyen el principal objetivo de las mariscadoras a pie. El marisqueo a bordo de pequeñas embarcaciones se realiza con otros aparejos por tripulaciones que son mayoritariamente masculinas. Ahí también se trabajan, además de berberechos y almejas, otros moluscos, como las navajas, longueirones y volandeiras, que luego se venden mayoritariamente como zamburiñas. Como si la volandeira no tuviese mérito gastronómico suficiente como para merecer su propia denominación en vez de aparecer ante los consumidores como una vulgar impostora.

Dependiendo del tamaño, la especie y la lonja, las almejas se están cotizando a un precio medio que va desde los 7 a los 30 euros. Almejas y berberechos conforman el grueso del marisco que se subasta actualmente en Galicia. En menor medida, podremos ver percebes en las lonjas de A Guarda, Baiona, Costa da Morte y Mariña lucense, a precios mucho más contenidos (alrededor de 20 a 40 euros el kilo) que los que tendrá dentro de un mes, pues como todos los mariscos, sus precios irán subiendo a medida que se acerquen las fiestas de Navidad.

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