Janire Fernández vuelve todos los veranos a Casas dos Montes (Oímbra), lugar de procedencia de su familia y “paraíso” de encuentro de amigos de la infancia, que cada verano anotan en su cuaderno recuerdos inolvidables. Acostumbrada a vivir en grandes ciudades, venir al pueblo es su momento de desconexión y paz.
¿Por qué vuelve todos los veranos a Casas dos Montes?
Porque toda mi familia es gallega y desde pequeña vengo todas las vacaciones, tanto de verano como de navidades. Yo me crié fuera, pero venir a Casas dos Montes es algo obligado todos los años. Es muy raro que no venga. Además, he podido conocer a mucha gente, lo que ayuda a que todavía quiera ir más, cada vez que voy disfruto mucho.
¿Qué es lo que más le gusta de la zona?
Al estar acostumbrada a la vida de ciudad, el irte a un pueblo te da mucha más libertad a la hora de poder vivir y disfrutar, es una vida totalmente diferente. También lo que más me gusta de la zona es la cultura y sus costumbres, la gente, la gastronomía y un sin fin de cosas.
Entonces, ¿cuáles son esas diferencias con la ciudad?
La principal diferencia es su gente. Al estar en la ciudad es mucho más difícil poder conocer y relacionarte con ella, sin embargo al estar en un pueblo, todos nos conocemos y ya hay una confianza establecida y un trato más familiar. Como bien he mencionado antes, la vida de ciudad es muy distinta a la de pueblo, aquí no hay estrés y puedes llevar una vida más tranquila.
¿Un pro y un contra del rural?
Un pro es que la vida es más sana y más ecológica. Y un contra, a veces quieres tener acceso a ciertas cosas y te encuentras bastante limitado.
¿Su lugar favorito?
Sin lugar a dudas, mi pueblo, Casas dos Montes, tiene algo especial. Aunque también me gusta salir y conocer más zonas de la comarca, e incluso de toda Galicia, que es preciosa.
Y para finalizar, ¿qué recuerdos destaca de sus veranos?
¡Está claro que no hay verano sin verbena! Pero en general, me quedó con todos los momentos vividos con mis amigos y mi familia, son únicos.