El líder sirio habló de conjura mundial y dijo que continuará persiguiendo el terrorismo 'con puño de hierro'

Al Asad acusa a algunos países árabes de instigar la violencia

El presidente sirio, Bashar al Asad, ayer durante su discurso televisado dirigido a la nación. (Foto: SANA)
El presidente sirio Bashar al Asad aseguró ayer que no va a renunciar y advirtió de que golpeará a 'los terroristas' con puño de hierro, en un discurso a la nación desde la Universidad de Damasco.
Convencido de que la incesante represión no ha minado aún su apoyo popular, Al Asad, buscó ayer un golpe de efecto con el que arengar a sus fieles e intentar demostrar que, pese a la 'conspiración externa', todavía se mantiene firme en el timón. Atildado, en apariencia distendido y con cierta altanería, el mandatario ofreció un discurso plagado de patriotismo, en el que se permitió introducir chistes y anécdotas pero en el que apenas aportó novedades más allá de un incierto plan de reforma constitucional al que seguirían elecciones multipartidistas.

Al Asad admitió que su país tiene 'un problema de seguridad', del que acusó a una conjura mundial, en la que participan activamente 'algunos estados árabes', a los que evitó citar. En este sentido, las flechas del presidente parecían apuntar hacia Arabia Saudí y otras monarquías del Pérsico, que desde hace décadas pretenden extender su influencia regional y quebrar así el eje que forman Teherán, Damasco, el partido chiíta libanés Hizbulá -al frente del Gobierno en Beirut- y el movimiento palestino Hamas. 'No se pueden negar los acontecimientos. Hay grupos armados y hay terroristas... la seguridad y la estabilidad solo podrá lograrse con el puño de hierro', reiteró.

La nueva jornada de represión causó cerca de una treintena de muertes en Homs, Hama o Deir al Zur, convertidas en corazón de las protestas. Una violencia que también sufrieron los miembros de la criticada comisión de investigación de la Liga Árabe, algunos de los cuales resultaron heridos ayer.

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