Tres de los reactores de la planta se encuentran seriamente dañados y los tres restantes provocan emergencias continuas

Lucha desesperada para impedir un desastre nuclear en Fukushima

Daños en los reactores 3 y 4 de la central nuclear de Fukeshima. (Foto: )
El deterioro de un reactor tras otro en la central japonesa de Fukushima sigue alimentando el temor a un desastre nuclear, sin que los desesperados intentos para controlar una fuga radiactiva abran un resquicio a la esperanza.
Desde Bruselas, el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, que el martes advirtió de que la planta de Fukushima estaba prácticamente fuera de control, aventuró ayer que se corre el riesgo 'de una nueva catástrofe de gran peligro para los habitantes'. En el mismo argumento redundó la ministra francesa de Ecología, Nathalie Kosciusko-Morizet, al asegurar que 'el peor escenario es posible e incluso probable'.

En medio de esta acentuada incertidumbre, los problemas se siguieron encadenando ayer en la central de Fukushima, gravemente dañada por el seísmo y el tsunami que sacudieron el noreste de Japón el pasado día 11. Sus seis reactores de agua en ebullición provocaron emergencias continuas y los empleados de Tepco, la empresa que explota la planta, trabajaron sin descanso para tratar de combatir el sobrecalentamiento.


TRES REACTORES DAÑADOS

El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), cuyo director general se dispone a viajar de inmediato a Japón, confirmó desde su sede en Viena que están dañados los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 de Fukushima. Además, confirmó que se registraron emisiones de gases y vapores a la atmósfera pero no de partículas sólidas, algo especialmente peligroso en el caso del reactor número 3, que emplea plutonio como combustible nuclear.

Antes, y después de innumerables especulaciones, el portavoz del Gobierno japonés, Yukio Edano, aseguraba que la posibilidad de un deterioro grave del contenedor del reactor 'es baja'. Sin embargo, el nivel de radiactividad en la zona llegó a alcanzar un alarmante nivel de 10.000 microsievert por hora, lo que obligó a evacuar temporalmente a los empleados -unos 200 al final de la jornada-, que regresaron al descender la radiación.

El Ejércitode Japón envió a la zona un helicóptero cargado con agua salada para arrojarla sobre la central, pero la misión tuvo que ser finalmente abortada ya que las radiaciones eran demasiado elevadas. El nivel máximo de radiactividad para trabajar en una situación de emergencia en una central está establecido en 100 milisievert anuales, pero ante la crítica situación en Fukushima la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón la elevó a 250 milisievert.

Pese a las serias dificultades para controlar la planta de Fukushima, el Gobierno japonés insistió hoy en que los niveles de radiactividad más allá de un radio de 20 kilómetros de la central no suponen aún un riesgo inmediato para la salud. Pero nadie se confía y los habitantes de Tokio - situada a unos 250 kilómetros de Fukushima- afrontaron ayer la amenaza radiactiva con más mascarillas y menos tráfico, ya que muchas personas trabajan desde sus casas y muchos extranjeros han optado por marcharse pese a los llamamientos de las autoridades a la calma.

Te puede interesar