El presidente Benigno Aquino decreta el estado de calamidad ante los actos de pillaje y saqueos

El tifón deja casi 10 millones de damnificados en Filipinas

Grupos de filipinos saquean un almacén en Guiuan, a unos 150 km de la ciudad de Tacloban. (Foto: TED ALJIBE)
Filipinas decretó ayer el estado de calamidad, mientras comienza a llegar la ayuda exterior para intentar paliar la grave situación en el país tras el paso el viernes del tifón Haiyan, que se calcula puede haber causado unos 10.000 muertos y entró ya en Vietnam y China.Con la declaración del estado de calamidad, el presidente Benigno Aquino, intenta evitar la especulación y el acaparamiento, así como imponer un control de precios a bienes de primera necesidad.
La isla de Leyte es la más afectada por el tifón, con miles de personas que deambulan por las carreteras en busca de comida y agua y donde el gobierno provincial ha arrojado sacas de arroz de 50 kilos en algunos caminos. Los equipos de limpieza han comenzado a llegar a las zonas afectadas y retiran los escombros dejados por Haiyan e intentan desbloquear el tránsito rodado, a fin de que pueda llegar la ayuda a las áreas más aisladas.

También el restablecimiento del orden en Tacloban -capital de la provincia de Leyte, en la costa este de Filipinas, y una de las más afectadas por Haiyan- es una de las prioridades de las autoridades y efectivos de la Policía Nacional y el Ejército han sido enviados a la zona para asegurar el orden en la región. La policía estima que más del 70 por ciento de los edificios de Tacloban, incluidos varios del aeropuerto como almacenes y la torre de control, ha quedado destruido tras el paso del tifón, que arrasó las provincias centrales de Filipinas.

Mientras, los datos extraoficiales y los informes hablan de decenas de miles de víctimas, el número de afectados asciende a cerca de 10 millones de personas y a 615.000 desplazados, de los que 433.000 están alojados en 1.444 centros de evacuación.


AYUDA EXTERIOR

Ante la falta de víveres, se suceden los actos de pillaje y los saqueos e, incluso, medios locales indicaron que una turba atacó un convoy de la Cruz Roja con un cargamento de ayuda. En un intento de paliar las consecuencias del tifón entre la población, la ayuda exterior ya ha comenzado a llegar a Filipinas.

Un avión de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos fue el primero en llegar ayer a Tacloban, cuyo aeropuerto reabrió de manera parcial, con grandes cantidades de agua, mantas, paquetes de comida y generadores eléctrico provisionales.

La Unión Europea, por su parte, activó el mecanismo de protección civil para coordinar la ayuda humanitaria sobre el terreno, iniciativa que se suma a los tres millones de euros que la UE ha destinado a la zona.

Tras arrasar Filipinas, Haiyan prosigue su camino: ya entró por el norte de Vietnam, donde las autoridades evacuaron a más de 600.000 personas, y se adentra debilitado, como tormenta tropical, en las provincias del sur de China, donde la región autónoma de Guangxi Zhuang está en estado de máxima alerta. Al menos 20 personas habían muerto ayer en el sur de China, mientras en Vietnam al menos 13 perdieron la vida cuando trabajaban para atajar las consecuencias del fenómeno meteorológico. El fin de semana, el paso del tifón también dejó ocho muertos por el oleaje en Taiwán.

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