Obituario | José Benito Sieiro González, un sacerdote abierto y entregado

José Benito Sieiro González, en el medio.
photo_camera José Benito Sieiro González, en el medio.

Acaba de fallecer en Vigo un sacerdote y amigo muy querido: José Benito Sieiro González. Nunca le podré olvidar porque él fue el que materialmente me llevó al Seminario Mayor cuando yo tenía 17 años después de haber cursado en Salesianos. Nunca olvidaré aquella tarde.

Había nacido en Lebosende el 29 de diciembre de 1936 y, tras cursar la carrera eclesiástica en el Seminario de Ourense, fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1960.

Su primer destino, durante nueve años, fue mi parroquia de A Ponte como coadjutor. Recuerdo lo mucho que le apreciaba mi tía. Siguiendo las ideas del Concilio se instauraron en la diócesis los equipos sacerdotales. Sobre todo en Arnoya, Ribadavia y Arzádegos. José Benito se integró en el de Ribadavia. Más tarde su destino fue Santa Comba de Bande 23 años. En 1992 don José Dieguez le nombró párroco de O Carballiño donde permaneció 28 años hasta el momento de su jubilación en agosto de 2020.

Desde esa fecha se fue a vivir a Vigo junto a sus hermanos. Allí en los últimos meses le dio un ictus que la dejó imposibilitado.

Muere José Benito, un sacerdote con una gran historia detrás siempre con la calma el sosiego y la paz que irradiaba a cuantos le conocimos y apreciábamos de veras. En Carballiño recibía a todos con su amabilidad y bonhomía. Abierto de mente y entregado de corazón.

Con su sencillez y su entrega fue modificando algunas cosas hasta conseguir que la Veracruz obtuviese la dignidad que se merece esta obra señera de Antonio Palacios y de don Evaristo, antecesor suyo. Sin duda alguna se lo repetía mil veces. “Sieiro, puedes estar orgulloso porque tras la Sagrada Familia este es de los templos más hermosos y grandiosos de toda España”. Sólo no pudo conseguir los deseos de Antonio Palacios abriendo una avenida desde el Templo prácticamente hasta Dacón.

Pero a nivel parroquial y con humildad fundó cofradías y enalteció el legado histórico y artístico de este monumental edificio.

Descansa en paz, querido José Benito, y que desde el cielo, que es tu destino, a todos nos eches una mano que falta nos hace y que comprendas tal vez mejor lo ocurrido en Ribadavia en su día.

Es difícil tu sustitución y esperemos que el actual párroco Jorge Juan sea capaz de continuar tu obra y sobre todo tu entrega. Un abrazo muy grane para tu hermana que te acompañó fielmente hasta que la enfermedad te llevó los últimos días a una residencia.

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