RIBEIRO, IMÁGENES CON HISTORIA

El Palacio del Conde de Ribadavia

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photo_camera (Foto Conde, Fondo Museo Etnolóxico)

Unas drásticas reformas a finales de los noventa, instalaron definitivamente los organismos judiciales en la zona del “Portalón”

La existencia de una residencia urbana que fuera de la fortaleza se ubicaría en la Plaza de la Villa, la actual Magdalena, es una constante en la documentación referente a los condes de Ribadavia. Sin embargo es el soberbio caserón barroco que en un lateral de la Plaza Mayor ostenta en su fachada el escudo condal, el único edificio que ya entrado el s. XVIII podemos considerar como morada palaciega.

A lo largo de la citada centuria vemos por las actas del ayuntamiento que en sus departamentos se celebraron en varias ocasiones sesiones del concejo tras haber requerido, mediante oficio, a su morador deje libre la casa palacio en que habita, para establecer allí las oficinas de esta corporación ante el mal estado de seguridad en que se halla esta consistorial (…)

A mediados del siglo XIX la corporación solicita al vecino Eduardo Mercader poseedor por arriendo de la casa-palacio del señor Conde de esta Villa, el que ceda al ayuntamiento para la enseñanza pública de niños, el salón que tiene dicho palacio por la cantidad de 200 reales anuales, y en plena efervescencia de La Gloriosa (1868) vemos establecidas aquí, por segunda vez, las oficinas de esta corporación.

En aquellas fechas estaba allí emplazado el farmacéutico Castor Sánchez Vázquez quien había alquilado a los nuevos propietarios, parte de los bajos para la botica y la planta superior como vivienda de su numerosa familia, junto con el castillo y su viñedo. Más tarde vemos por nuestro hebdomadario El Avia (1888) que también allí tenía su sede la Confitería y Fábrica de Chocolate “La Primavera” de José Fernández, compitiendo con las delicias de “La Perla del Miño” de Serafín Pérez, que a su vez colindaba con la farmacia de Ramón Vázquez Gómez, todos inquilinos en la casa-palacio.

Castor Sánchez, iniciador de una dinastía de farmacéuticos y fiel seguidor de la causa carlista, fue en dos ocasiones alcalde de Ribadavia y lo mismo que otros colegas de profesión, tuvo a su cargo la farmacia del Hospital sita en el exconvento de santo Domingo. Su botica permaneció en las dependencias de la Plaza Mayor hasta 1936, cuando su hijo Carlos construyó en el Progreso uno de los más singulares inmuebles de la Villa, estableciendo allí su negocio y domicilio.

Desalojada la estancia condal de jarabes y lapeiradas, en la década de los cuarenta y con Tirso Sánchez presidiendo el Consistorio, se compraron a la señora Neira Gasset, su dueña, el castillo y la casa-palacio que pasaron a propiedad municipal, convirtiéndose entonces el caserón en un centro multiusos. El Instituto de Higiene y agencias judiciales ocuparon inicialmente la parte de la residencia familiar, y la Biblioteca Municipal se ubicó en los bajos, hasta su traslado a la Casa de la Cultura.

Unas drásticas reformas a finales de los noventa, instalaron definitivamente los organismos judiciales en la zona del “Portalón”, colindante hoy con la Oficina Municipal de Información Turística que con vistas a la calle, comparten ambos la entrada con El Centro de Interpretación de la Cultura Judía, sito en el primer piso.

El llamado “Portalón” que luce en la imagen con la elegancia y sobriedad que emanan del recinto, fue también el lugar donde nuestros reyes don Pedro y doña Ana, vivieron, relegados por el calendario, su exilio interior. Fue en este patio donde imponentes y solemnes aguardaban todo un año el momento de su recorrido triunfal por las calles de la Villa, ocasión festiva en la que los ribadavienses de todas las generaciones y a lo largo del tiempo, renovamos ante su presencia los votos de vasallaje y respeto a nuestros soberanos más queridos.
 

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