El objeto de veredicto plantea en 28 cuestiones, la inocencia o culpabilidad de los cuatro procesados

Alberto Vázquez pide perdón a la familia del chófer asesinado

Los inculpados escuchan los alegatos de las acusaciones y sus letrados en la última sesión del juicio. (Foto: XESÚS FARIÑAS)

El jurado popular que escuchó a lo largo de tres sesiones de vista oral las declaraciones de los cuatro inculpados, los testigos y los peritos comenzó, pasadas las seis y media de la tarde, a deliberar sobre la culpabilidad o inocencia de los procesados por la muerte violenta de Bernardino Pousa Rodríguez el 11 de septiembre de 2011 en Verín.

A lo largo de los 28 preguntas de las que consta el objeto del veredicto que elaboró el magistrado Manuel Cid Manzano irán dilucidando sobre el grado de participación en el crimen de la esposa del fallecido, Dolores Álvarez; la hija, Ángeles Pousa, el novio de ésta en ese momento, Alberto Vázquez y al sicario que contrató, Ilidio Magalhaes. Los letrados de estos dos últimos modificaron sus conclusiones al considerar responsables a sus defendidos de un delito de homicidio imprudente y lesiones, respectivamente, con las atenuantes de arrepentimiento y colaboración con la justicia en un caso y la de toxicomanía para el supuesto sicario.

La última sesión del juicio sirvió para la exposición de los informes finales y la última palabra que se dio a los inculpados. Salvo la hija de Bernardino Pousa, quien no quiso hacer uso de la palabra, el resto tuvo una breve intervención. El primero en hablar fue Alberto Vázquez, el ex novio de Ángeles Pousa, quien pidió 'perdón por el daño causado' a la familia. Este último está acusado de contratar al sicario que dio muerte al chófer de Autocares Guerra pero, según dijo, para 'darle una paliza'.

El abogado de Vázquez incidió en la idea de que la Guardia Civil no tenía nada sólido hasta que el acusado voluntariamente detalló todo lo ocurrido tras su detención a finales de febrero de 2012, seis meses después del crimen. El letrado sí considera que su cliente debe ser responsable de lo qué hizo, sin ir más allá: contratar a un sicario para dar una paliza a Bernardino Pousa.

El defensor de Dolores Álvarez, esposa del chófer asesinado y en trámites de separación tras 35 años de matrimonio, detalló que la guardia civil carece de pruebas inculpatorias contra ella, 'pues recibir 38 llamadas de su hija que ella no contestó, el día del crimen, y no interesarse por la investigación de la muerte de su marido, cuando ella padecía una depresión de caballo, no son indicios de nada', recalcó.

Se refirió a la investigación como un 'castillo de naipes creado por los agentes policiales y secundado por las acusaciones particulares' y que con la declaración prestada por el exnovio, 'inducida por la Guardia Civil, se fabricó todo para implicar a esposa e hija'.

Para mantener la petición de libre absolución, el letrado argumentó que la mujer no sacaba ningún beneficio de la muerte de su esposo 'pues contaba con el 50 por ciento del patrimonio de ambos'.

Tampoco la hija obtenía beneficio económico de la muerte de su padre, según su letrado, y atribuyó su detención a la 'alarma social por un hecho horroroso que había que resolver cuanto antes'. A Ángeles, añadió, sólo se le pueden achacar 'los pecados de atender a su madre y estar enamorada de Alberto'.

La abogada de Magalhaes abundó en que el supuesto sicario 'sólo quiso jugar a un juego peligros en el que quedó atrapado', en alusión a que aceptó el encargo del asesinato para engañar a Alberto y sacarle dinero, tal como evidencia 'las veces que pudo matarlo (hasta cuatro) y no lo hizo'.

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