La bodega ruesa espera lograr el reto gracias a “viñedos selectos y vinos de calidad media alta”

En dos años venderá el 25% de su producción en el extranjero

Hace unos meses el casi medio siglo de la cooperativa Virxe das Viñas sufrió un repentino empujón. Una de sus criaturas, el Rua, apareció con 90 puntos sobre 100 en la prestigiosa guía Parker, llamada a pontificar sobre la siempre compleja división entre vinos buenos y prescindibles.
El hecho diferenciador era que el citado caldo de la bodega valdeorresa se encaramaba a la fama con un precio casi tan irrisorio como 1,90 euros la botella. “La valoración de la guía supuso que un trabajo que teníamos para diez años lo hemos adelantado a cinco”, recuerda Julio Ricarte, director de Virxe das Viñas. En resumen: la producción anda en las 450.000 botellas. El espaldarazo de popularidad ayudó “a que la gente conozca nuestros vinos, aunque nosotros no trabajamos para ningún tipo de guía, sino para el consumidor final”, advierte Ricarte.
Además del reconocido Rua, la cooperativa tiene otras marcas como Marquesiño y Pingadelo, con precios que van desde 1,90 a 22 euros. Con esas divisas quiere seguir ganando cuota de mercado, sobre todo en el extranjero. En Galicia y el resto de comunidades los vinos de la bodega de A Rúa son razonablemente conocidos y el crecimiento tiene que llegar de la internacionalización. Países de gustos tan dispares como Alemania, Inglaterra, Japón, China o Estados Unidos reciben ya notables cantidades de vino de esta cooperativa. De cada cien litros se venden fuera ya veinte, una cifra a batir. Julio Ricarte Mateu avanza que “alcanzar el 25% de exportación es nuestro objetivo”, un porcentaje que esperan alcanzar a la vuelta de dos años.
La empresa ha podido experimentar en carne propia que exportar no es fácil. El director matiza que “es complicado y lento porque la estructura que tenemos no nos permite llegar directamente a esos mercados, tenemos que ir ganando clientes a través de nuestra presencia en ferias”. Por otra parte, los mercados receptores “estudian muy bien el producto antes de comprarlo” y hay que esperar como mínimo entre cuatro y seis años para ver si cuaja. Mejorar los indicadores de exportación es el reto principal pero, en momentos tan complicados como el actual, “también queremos consolidarnos mucho más en el mercado nacional y exterior”, dice el director de Virxe das Viñas. Apuntalar esa posición dependerá de su propósito de hacer “vinos cada vez más selectos, con viñedos que van a dar vinos de calidad media alta”, según Ricarte.

COOPERATIVISMO
Forman parte de la bodega 850 cooperativistas, pequeños viticultores que tienen en el cultivo de la viña un complemento económico, pero raras veces es su actividad principal. Entre otras cosas, porque la explotación media no supera los 3.500 metros cuadrados. Ricarte defiende el modelo cooperativista porque “el producto va directamente al consumidor, evitando muchos intermediarios, evitando especuladores” pero también porque el cooperativista “se implica mucho más en la empresa y si la empresa funciona bien, ellos funcionan bien porque también es su empresa”.
La filosofía de la bodega “es coger todas las uvas de los socios, de todas las calidades, para comercializarlas”, señala el director, quien recuerda que “el socio nunca queda sin comercializar su producción, pase lo que pase en esa cosecha”. Virxe das Viñas recoge la materia prima en unas 350 hectáreas de viñedo y la bodega ocupa una hectárea, mientras que 8.000 metros cuadrados de esa superficie están construidos. La capacidad de la propia bodega es de 8,5 millones de litros, diez millones de kilos de uva, aunque actualmente (dependiendo de la cosecha) la producción oscila entre 1,6 y 1,8 millones. Por lo que respecta a su facturación, la cooperativa llega a los 2,2 millones de euros anuales.

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