Las inclemencias climatológicas ya no ocasionan daños en lo que quedó de la capilla de Os Remedios tras el incendio del pasado 28 de julio. El templo fue cubierto con plástico negro después de que la empresa M. Costa retirase todas las placas de fibrocemento con amianto (producto altamente cancerígeno), así como el material de madera que estaba contaminando.
El volumen de inertes sacados de la ermita supera los 5.000 kilos de peso, que los operarios trataron con productos químicos para que no se disgregaran las partículas de amianto. Posteriormente, lo encapsularon para que lo recogiera una empresa especializada para su posterior tratamiento.
Los trabajadores se realizaron con una partida de 45.848 euros que desembolsó el Concello de Ourense con el objetivo de retirar los escombros que ocasionó el fuego y sellar el templo para evitar que la lluvia ocasionara daños en las paredes, en las columnas de granito que sujetaban el tejado y el monumento y sepulcro de mármol de su fundador, Francisco Méndez Montoto.
Para retirar el material contaminado con el amianto, la empresa colocó una sala en el exterior de la capilla, en la que los trabajadores se dotaban de mascarilla, descontaminaban la ropa y obligatoriamente tenían que ducharse para evitar posibles intoxicaciones.
El templo permanece vallado y ahora será otra empresa, Mascareñas e Hijos, la que se encargue de cerrar todas las puertas y ventanas, así como de retirar las vigas de madera del tejado, los bancos y los retablos que se vieron afectados por el fuego. Los operarios también fijarán el plástico negro que cubre la capilla para evitar que el agua entre en su interior. Los trabajos está previsto que concluyan a finales del mes en curso.
Los trabajadores se realizaron con una partida de 45.848 euros que desembolsó el Concello de Ourense con el objetivo de retirar los escombros que ocasionó el fuego y sellar el templo para evitar que la lluvia ocasionara daños en las paredes, en las columnas de granito que sujetaban el tejado y el monumento y sepulcro de mármol de su fundador, Francisco Méndez Montoto.
Para retirar el material contaminado con el amianto, la empresa colocó una sala en el exterior de la capilla, en la que los trabajadores se dotaban de mascarilla, descontaminaban la ropa y obligatoriamente tenían que ducharse para evitar posibles intoxicaciones.
El templo permanece vallado y ahora será otra empresa, Mascareñas e Hijos, la que se encargue de cerrar todas las puertas y ventanas, así como de retirar las vigas de madera del tejado, los bancos y los retablos que se vieron afectados por el fuego. Los operarios también fijarán el plástico negro que cubre la capilla para evitar que el agua entre en su interior. Los trabajos está previsto que concluyan a finales del mes en curso.
