OURENSE NO TEMPO

Mi casa y otros recuerdos infantiles

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photo_camera Recorte de fotografía custodiada por el Museo Etnológico de Ribadavia, obra de Augusto Pacheco (aprox. año 1965).

Me preguntaban qué había existido en el local que como última actividad albergo la cafetería Cuatro Postes en Progreso

Mis visitas a Facebook suelen ser breves, por mi crónica falta de tiempo; aun así, en ocasiones me paro e incluso procuro colaborar con algunos de los grupos que por la red habitan. Fue así como hace poco en uno de ellos preguntaban qué había existido en el local que como última actividad albergo la cafetería Cuatro Postes en Progreso (enfrente del centro Cultural Marcos Valcárcel de la Diputación), y por alusiones se me agolparon en la cabeza un montón de recuerdos.

Ahí tuve cama y mantel durante mis primeros años. Y ya puestos, para que os hagáis una idea de mi edad (muchos ya la sabéis, pero tomadlo como un juego), os daré varias pistas: a mí no me pusieron pañales de celulosa por muy poquito, los míos eran los “picos” de algodón; para los potitos y el Pelargon aún hubo que esperar bastante más, creo que surgieron teniendo yo seis años más o menos; en vez de Cine Exin, jugábamos con un sencillo pero “currado” Cine Nic (poco más que una bombilla en un cajón). La nevera de casa no se conectaba a la red eléctrica, y no porque fuera de bajísimo consumo, sino porque yo aún conocí las que enfriaban gracias a un bloque de hielo que comprabas en la Plaza de Abastos y metías en el cajón que tenía en la parte de arriba aquel mueble con paredes “aisladas”. Durante bastante tiempo, en mi casa la tele era en blanco y negro, y solo con dos canales, que encima a lo largo del día varias veces tenían de programación la "genial" Carta de Ajuste.

Eso sí, aún cursaba la EGB y en casa de mi abuela se estrenó la primera en color, los fines de semana había tortas entre los nietos por ir a comer a casa de la abuela (que cariñosos éramos). Yo me considero un privilegiado y mis juegos lo mismo eran en la Alameda, que en las Burgas o en el Posío, en cualquiera de los tres había "coleguis". Buf, que rollo tengo.

Hoy lo que quería era recordar el entorno de mi casa, pero ya me estaba yendo por Antequera.

A lo que vamos: me hablaban de la cafetería Cuatro Postes, y preguntaban qué había antes en el local. Y yo explicaba:

Progreso 75. En ese local estuvo desde los sesenta un comercio de pret a porter, como se decía antes, que se llamaba "Olegario". Lo había abierto en su día un gran emprendedor con su mujer María Elena (sobrina de don Alejandro Veiras). Olegario era un comerciante de los de antes, con ideas innovadoras; abrió su tienda en ese local, pero se le quedo pequeño y se cambió para el que ahora ocupa el banco. Allí, a la nueva tienda le llamó "Avance", y en ella puso en marcha una de sus originales técnicas de venta: en época de rebajas los clientes podían pagar con dinero, o con productos de huerta y granja. Una camiseta por media docena de huevos, un abrigo por un jamón, una camisa por una gallina, etc. etc. Durante unos días el escaparate se llenaba de animales y alimentos. En alguna ocasión tuvo problemas, la verdura que recibía no encajaba bien con conejos y corderos y estos se comían la ganancia; como comprenderéis, la gente de los pueblos cercanos hacían cola con sus productos y animales para reponer el fondo de armario.

Por cierto en ese mismo edificio tuvo las oficinas uno de nuestros equipos de futbol histórico, el A.D. Couto. Y la que en su tiempo fue una de las peluquerías más modernas de la ciudad, "Quica". Más hacia la Alameda estaba el local de los Diéguez, que también fue Batey. Siempre había al pasar un olor característico, a goma de los recauchutados que allí se almacenaban. También era característico el olor del siguiente local, pero en este caso era un olor que nublaba los sentidos, el de las cocinas del bar Fornos, donde doña Carmen preparaba sus exquisiteces. Ya me voy a liar, pero es que en el otro sentido pero por la misma acera, estaba “mi” confitería: “La Trinidad”, ahí lo dejo sin más. (Recordándola estoy preparando otro “dulce” artículo.)

Justo encima de donde está el cartel de Pañerías del Noroeste, Progreso 73, vivía nuestro vecino Antonio, el del comercio "El Águila", que había sustituido al anterior inquilino, el doctor Sierra (Jorge Alberto Sierra Carrasco); nosotros enfrente. Como vecinos también podría citar a los Sanjurjo, doña Elina Malingre, los Blanco, los citados Olegario y Maria Elena, todos grandes amigos de la familia, sin olvidar al amigo David Simón, con quien de aquellas a pesar de la vecindad casi no coincidí aunque el destino terminó relacionándonos gracias a nuestro gusto por el ayer y la fotografía antigua. Otro día seguiremos cotilleando.

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