La tensión que se vive en las carreteras francesas, pero también en las belgas y quizá pronto en otros países, está relacionada con las protestas de los agricultores galos. Se quejan de que sus explotaciones no son rentables y que se ven abocadas a pérdidas o a cierre. Los motivos son muy diversos y es complejo resumirlos aquí.
Como consecuencia de ello algunas empresas ourensanas exportadoras tienen que sufrir ese cuello de botella en las carreteras del país vecino, lo que también afecta a la permeabilidad de los camiones que transportan pizarra, productos de Coren y de otras muchas empresas de la provincia.
La situación puede extenderse por otros países, de hecho ya hay manifestaciones y tractoradas en varias provincias españolas. De nuevo volvemos a plantearnos dudas sobre la recuperación del rural y de sus tierras de labor. La alimentación animal ha subido, la energía también, la distribución estrecha márgenes y el supermercado tira hacia arriba los precios.
Ante este escenario, al que podríamos añadir otros muchos condicionantes negativos, que venga ahora un conselleiro o un ministro a decir hay que volver al rural y vivir de él.