CRÓNICA

Una “cruda historia" para poner freno al botellón

<p></p>
photo_camera Daniel Fernández Carril, víctima de un conductor con alcoholemia

Daniel Fernández Carril, vecino de Cartelle, sufrió un atropello hace 12 años por culpa de un conductor ebrio. Desde entonces, cuenta su experiencia en los colegios de la provincia.

Daniel Fernández Carril, que sufrió un accidente de tráfico provocado por un conductor ebrio el 23 de diciembre de 2004 en la localidad de Parderrubias, donde perdió la pierna, dedica desde entonces parte de su tiempo a "contarles mi historia a los chavales, para ayudarles a que se conciencien del peligro que conlleva el pasarse con el alcohol, sobre todo si vas al volante", explica este joven natural de la localidad de A Armada (Cartelle).

Fernández Carril ha participado también en un documental que habla "del perdón", puesto que él tomó la decisión de perdonar, efectivamente, a quien le ocasionó esa mutilación y le cambió la vida para siempre.

El objetivo último de este joven, que desprende optimismo en cada una de sus palabras, es "que los chavales no beban en exceso para después coger el volante o monten con alguien que lo haya hecho porque eso supone un riesgo para ellos y también para los demás", algo de lo que da fe con su testimonio personal.

En esas charlas en diversos centros educativos de la provincia a alumnos de Enseñanza Secundaria o Bachiller -la última en el colegio Feijóo Zorelle de la ciudad-, Daniel Fernández explica, "con un lenguaje directo y cercano para engancharlos, lo crudo de la historia que viví, sin restarles nada porque fue una vivencia dura y creo que de esta forma les va a quedar mejor grabada la idea".

El atropello que sufrió le produjo la amputación de una pierna "de la que tengo tan sólo 19 centímetros de muñón, es poco pero no me quejo"; de hecho considera que esa mutilación "es casi lo menos importante, aunque las personas mayores te miran de vez en cuando de forma que estás por decirles que se contengan un poquito; lo más duro, si embargo, son los dolores que sufro desde entonces".

Las dos últimas operaciones para intentar frenar estos dolores las tuvo en abril de este mismo año. Fueron ambas para introducirme un electroestimulador con el fin de engañar al cerebro y que no llegue la reacción de los nervios al cerebro, y paliar de este modo esos dolores". Hace poco más de una semana, sin embargo, tuvo que acudir de nuevo al neurocirujano "porque, a pesar del aparato, todavía sigo teniendo dolores".

Y no es el único efecto secundario, "ya que duermo muy mal de noche y tengo continuos espasmos; además rompí la cadera y tuve que sufrir una colostomía porque no podía hacer de vientre por el ano, así que me hicieron una incisión en el estómago y me quitaron tripa hacia fuera para hacer de vientre en una bolsa; estuve nueve meses y eso que me decían que iba a estar toda la vida". Por otra parte, al no hacer de vientre, debía trabajar el esfínter "para que no se atrofiara, así que mi madre me ponía una lavativa dos veces por semana y tenía que aguantar con el esfínter todo lo que pudiera antes de ir al baño, pero a veces se me escapaba y esto me obligaba a llevar pañales para que esto no me ocurriera en público". Ese problema ha quedado solucionado, pero no el de los dolores, porque ahora "tengo unos nervios que se están detrayendo y me están formando unos quistes en la médula, con lo que el canal medular está acumulando unos bultos que es de los que me viene ese dolor acumulado; además no hay nada que hacer porque la operación es imposible y me afecta a toda la zona medular".

Es sólo un resumen de una historia que Daniel Fernández cuenta "con pelos y señales".

Te puede interesar