La Audiencia tardó 18 meses en resolver una apelación de unos abuelos que querían acoger a su nieta

La dilación judicial mantiene en vilo durante años a familias que aguardan adoptar o tutelar

El tiempo que tarda la Justicia en resolver asuntos que implican dirimir a quién corresponde la tutela de los menores puede prolongar durante años una resolución definitiva. En ese tiempo, la familia biológica que aguarda a acoger al menor, tiende a salir perjudicada, pues mientras no llega la decisión judicial, el niño y la niña estrecha vínculos con la familia adoptiva por la que temporalmente es tutelada. Pocas veces un juez decide romperlos para no perjudicar los intereses del menor, primordiales.
Entre que una familia biológica presenta una demanda para solicitar la tutela de un menor, o su adopción, que está temporalmente a cargo de una familia adoptiva, y el juzgado finalmente la resuelve, pueden pasar meses, incluso años. En ese tiempo, el menor ha podido crear vínculos con la familia que lo acoge, y que hacen contraproducente romper esa dialéctica familiar temporal. Mientras, las expectativas de muchas familias, se ven frustradas. El Ministerio Fiscal, lo tiene claro: por encima de las familias que aguardan, están los intereses del menor. Hay que hacerlos valer siempre.

En días pasados, un matrimonio de Escairón (Lugo) acudía a la Fiscalía de Menores de Ourense, con la esperanza de que se estableciese un régimen de visitas para ver a su nieta bio lógica, con la que no habían tenido contacto más que el día que nació. Ahora ya tiene cuatro años. Ésta, de padres drogodependientes no recuperables, había quedado bajo la responsabilidad de la Xunta de Galicia. Sus abuelos, según fuentes judiciales, renunciaron en un primer momento a hacerse cargo del bebé. Puesto que un período excesivo de institucionalización podía perjudicarlo, se decidió entregarlo en acogida a una familia.

Primar el interés del menor

Con posterioridad, los abuelos biológicos reconsideraron su primera negativa, y presentaron un recurso de apelación para hacerse con la tutela de la nieta. Pasó un año y medio hasta que la Audiencia resolvió en su contra. La Xunta, entretanto, inició los trámites pre-adoptivos, para que definitivamente el matrimonio que acoge a la niña, la críe como su hija. ‘Estamos esperando’, afirma A.R.P., abuela de la niña, ‘pero cuanto más tiempo pase, más difícil resultará para un juez decidir a nuestro favor’.

Fuentes de la Fiscalía admiten que el paso del tiempo que lleva resolver los distintos trámites judiciales, juega siempre en contra de las familias biológicas. Pero no necesariamente en contra de los intereses de la menor, que no tienen por qué coincidir con los de su familia de sangre.

La importancia de no romper los vínculos

Bajo el principio inviolable de que es siempre el interés del menor el que debe prevalecer, fuentes judiciales sostienen que resulta contraproducente para los niños o niñas exponerse a cambios de vínculos afectivos, tan relevantes en las edades tempranas a la hora de formarse emocionalmente. En el caso de la nieta de A.R.P., cuyos caminos para tomar a cargo a la niña están prácticamente agotados después que cuando tuvo la ocasión la rechazó, la solicitud para verla en régimen de visitas quedó pospuesta esta semana hasta que se decida sobre la adopción de un modo definitivo.

Después de varios años conviviendo con la familia que la tuteló al poco tiempo de nacer, cuando sus padres renunciaron a criarla, impelidos por sus adicciones a las drogas y sus problemas con la ley, es absolutamente imposible, según fuentes del Pazo de Xustiza de Ourense, que resuelta la adopción, la familia biológica tenga nunca acceso a la niña. Al menos mientras ésta sea menor y no tenga autonomía para tomar sus propias decisiones.




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