Cierran sus negocios antes de anochecer y siempre transitan acompañados para evitar ‘paseítos’

Los emigrantes intentan pasar desapercibidos en Venezuela para evitar robos y secuestros

Vista aérea de Caracas desde una de las zonas de ranchitos. (Foto: Archivo)
Una oleada de crímenes sin precedentes, 61 asesinatos en un fin de semana. Los españoles que residen en Venezuela han visto como la crisis económica y social que vive el país no deja indemne al colectivo. En las últimas semanas dos de sus miembros han sido asesinados; en tres meses dos ourensanos perdieron la vida -Francisco Pereiro y Francisco Caldas- y de otro -Raimundo Reinoso-, secuestrado, no se sabe nada desde hace dos. Por eso intentan pasar desapercibidos y no llamar la atención.
Cualquier persona que parezca que tiene dinero es un objetivo seguro’, asegura A. B., un emigrante que ni siquiera se atreve a dar su nombre ‘porque nunca sabes quién está a tu lado’. Es uno más de los miles de españoles que residen en Caracas y que aseguran ‘no pensar en el día a día, porque si no, no nos atreveríamos ni a salir de nuestras casas’.

‘Tomamos muchas precauciones, pero muchas veces depende más de la suerte’, dice Alvaro Gómez, un emigrante ourensano que insiste en la necesidad de ‘ofrecer un perfil muy bajo’ para no llamar la atención ni por las ropas, ni por las joyas o ‘incluso por la forma de hablar’.

‘No contamos nada de nosotros o de nuestras vidas en el trabajo, porque nunca se sabe quién está escuchando’, insiste Gómez, quien afirma que ‘debemos ser lo más prudentes posible’.

Esta prudencia lleva a los españoles a evitar estar solos para no ser una presa fácil. Sin embargo, en los últimos meses los atracos se han producido incluso en el interior de transportes públicos. ‘El Gobierno ha destinado a militares a custodiar los autobuses ‘, aclara Gómez, aunque se muestra escéptico con un aumento de la seguridad.

‘Somos como el avestruz. Para seguir adelante tenemos que meter la cabeza en tierra... y que Dios nos ayude’, afirma otro emigrante gallego, G.G., quien tampoco confía en una mejora de la seguridad. ‘Nosotros somos quienes debemos cuidarnos y no esperar a que nadie nos ayude’. A este respecto, señala que ‘muchas de las personas de la colectividad se sienten desprotegidas por la Embajada, pero como es un asunto de política interna, España no puede hacer nada’.

En este sentido, un sentimiento que anida en una gran parte del colectivo gallego de Caracas es la sensación de ‘abandono’ por parte de las autoridades de la Xunta y el Gobierno central. Alimentan esta sensación con el despliegue político que ha vivido Caracas en los últimos meses. Autoridades portuguesas han intentado conocer de primera mano la situación de su colectivo. También el presidente canario, Paulino Rivero, visitó el país. ‘Dijo cosas e intentó solucionar conflictos como la invasión de tierras’, señala G.G.

‘Sobrevivimos pero no vivimos’, señala una emigrante ourensana, L.P., que afirma: ‘Sigo vistiendo igual que el primer día que llegué’ y en su casa ‘tenemos un coche muy sencillo. Mis hijos no lo ven así, afirman que si no pueden darse ciertos lujos por qué van a trabajar, pero yo no lo veo así, creo que es muy arriesgado’.

José A., otro emigrante gallego, afirma que ‘los ciudadanos con un poder adquisitivo muy alto contratan guardaespaldas o tienen coches con cristales blindados’, pero, sin embargo, no cree que la clase media tenga grandes problemas para sobrevivir a Caracas, ‘aún no hemos llegado a eso’.

Eso sí, reconoce que los gallegos que tienen un negocio ‘ahora cierran a las cinco de la tarde. Evitan la oscuridad’. De hecho, en la zona comercial Catia, ‘cada 15 días hay por lo menos un atraco’. ‘Es muy común que te hagan un paseíto, que te secuestren en tu coche y te lleven de cajero en cajero hasta que te dejen sin blanca, para luego darte una paliza y robarte también el coche’, señala M.A., otro joven que afirma que ‘ya no sale por la calle, sólo va a clubes sociales o centros comerciales’.

DECÁLOGO DE SEGURIDAD


Medidas básicas para sobrevivir


En el coche.


Los emigrantes españoles afirman que es prudente conducir con los cristales del coche cerrados y los seguros puestos. Por las noches, se recomienda no parar en los semáforos, para evitar robos. Hay que comprobar si se está siendo seguido cuando se llega a casa. Bajarse del coche siempre es un momento muy delicado. Cuando se ve un coche o una moto sospechosa se recomienda no ir directo a casa, sino dar varias vueltas para comprobar si van detrás del vehículo. Cuando se sale en grupo y cada uno regresa a casa, va avisando por teléfono móvil al resto cuando entra en su hogar.

En casa.


Los emigrantes cada vez contratan más sistemas de seguridad en el hogar. Puertas cerradas. Rejas en las ventanas. Muros cada vez más altos y perros entrenados para la defensa. Algunos emigrantes afirman que ‘es un secreto a voces que la gente que vive en el campo va armada’, aunque la legislación venezolana no permite portar armas.

Con los niños.


Los padres han aumentado sus precauciones para evitar el secuestro de sus hijos. Se les insiste en la necesidad de que usen el transporte escolar y eviten la calle, que no hablen con desconocidos y no acepten nada que les ofrezcan personas que no son de su entorno familiar.


En el día a día.

Se recomienda llevar una vida muy discreta. No lucir joyas ni relojes por la calle. Tampoco usar los teléfonos móviles. En general, se evita la calle y se reúne en clubes sociales, donde no pueden ser agredidos sin que nadie se percate de ello.

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