DEAMBULANDO

Las Trevincas por Porto

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La carretera clama por mejorar su firme, según carteles denuncia, pero hay que disfrutarla por donde te lleva

Anduvimos una sabatina por una de esas sierras que convergen: Mina, Calva, Eixe, Segundera y Cabrera, que forman el nudo de las Trevincas, desde hace décadas parque Natural del Lago de Sanabria, que nunca se declaró para gran parte de las nominadas sierras, que en demarcación de la ourensana provincia, se sospecha para mantener a tanta pizarrera sangrando el monte. Podría pensarse que intereses; puede que algo.

A las Trevincas se accede por muchas partes: desde A Veiga, concretamente desde Vilanova, donde Cholo, un escalador de renombre ha preferido la vida retirada que el neón de su natal ciudad. Cholo es un guía inmejorable de la zona que tiene su partida desde su Trisquel, a modo de turismo rural o el albergue de enfrente que él gestiona. Un eremita casi este hombre de desbordante entusiasmo, organizador de unos cuantos eventos montañeros por el oriente provincial y referente. Hay otras partes de acceso al montañoso nudo que no vienen al caso. Penetré con un grupo de cinco allá por donde el límite con Zamora, hacia As Pías, ya pueblo zamorano dividido en más de tres sectores donde se habla más gallego que castellano; vamos, Bibei arriba, por las presas de As Pías y San Sebastián en la cabecera casi,  de un río que se nutre en las laderas  del Moncalvo, en parte de las lagunas de Piatorta. Íbamos camino de Porto, una más que aldea, cabeza municipal, que llegó a tener más de 800 vecinos antes de los 60 del pasado siglo, según nos dijo un vecino, Antonio Zamorano, un aún residente que añade que ahora no llegan al centenar. La emigración, las vacas, que dejaron de ser rentables, produjo la diáspora… y la falta de trabajo cuando la presa de San Sebastián, del 59.  Zamorano nos dice, que por el estío se llena el pueblo, que luce casa consistorial de poco fuste y dos bares, de los que uno abre a partir de las siete y media, no sé si solo festivos. La panadería ya no cuece, y Porto en decadencia, pero muchas casas nuevas y otras reparadas donde la teja ajena y la pizarra dominante dicen claramente que por el estío el pueblo rebosante. Por allí no es raro ver de montañero hábito subiendo a Trevinca o a la Calva al neumólogo Joaquín Lamela, quien, por vía uxoria, ligado a Porto, que por la propia podrá vérsele trepando al Pindo, que dicen el Olympo celta, para ver desde su cima el más sorprendente panorama y me parece superior a muchos conocidos, como haría exclamar a un recientemente llegado de Río de Janeiro que como esta vista, ninguna; a veces cuesta imaginar a alguien vestido de alba bata gastando bota por esas cumbres. 

Cuando de camino, la presa de As Pías sorprende por su terraplén interior y exterior, de las llamadas presas de materiales sueltos pantalla y homogénea, del año 61, un formato raro. Allá arriba tenemos, no a la vista precisamente, Cepedelo, que pasa por el pueblo más alto de Galicia 1.375 m. Antes pensábamos que Lardeira  o Requeixo. Todas ellas en la provincia.

La carretera de montaña ahora clama por mejorar su firme, según carteles denuncia, pero hay que disfrutarla por donde te lleva. La presa de San Sebastián, la última aguas arriba del Bibei, en la zamorana provincia, de las llamadas de contrafuerte, del año 59. Porque por allí, además del curso del Bibei y acceso a Trevinca, el Moncalvo o la lagoa da Serpe, hay otro acceso por térrea pista hasta los embalses montañeros de Porto, Playa, Cárdenas, Garandones, construidas en su tiempo por Moncabril, en la planicie de la sierra Segundera. Por ahí llegas baqueteado en todo-terreno hasta los meandros del río Tera y su gran cuenca de recepción hasta el mismo embalse de Vega de Conde, pasado antes el de Vega de Tera, derruido por la crecida del 59, de tal potencia que proyectaría un gran paño del muro a un nivel superior. Aquella riada produjo en Ribadelago más de un centenar de muertos, que órdenes concretas había de que no superasen los cinco. Los meandros que hace el río en la planicie del valle son un espectáculo contemplado desde la cima del acceso por el Lago de Sanabria, vía San Martín y laguna de los Peces.

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