El humorista, mago y guionista gallego Luis Piedrahita (A Coruña, 1977) visitó ayer la ciudad, para presentar en el Auditorio su más reciente espectáculo de monólogos ¿Por qué los mayores construyen los columpios encima de un charco?
¿En qué consiste este nuevo show?
En más de lo mismo pero mejor. Es un espectáculo de monólogos en el que empiezo con una pregunta, la cual me lleva a otras mucho más surrealistas y siempre sin respuestas. Algunos de mis monólogos la gente ya los ha oído, pero los traigo nuevos para que al salir del escenario no me linches. Sigo reflexionando sobre las pequeñas cosas de la vida.
¿Cómo definiría su estilo cómico?
Trato de hacer insultos desde la ingenuidad. En mis espectáculos hago un humor inofensivo cercano a la poesía. Mi mayor truco es que a los niños los trato como adultos, y a los adultos como niños.
Incluso esa película tiene sus guiños cómicos. La etiqueta de humorista es muy grande, pues incluye la magia, los monólogos y los espectáculos, sin embargo el hilo conductor de un cómico es el ingenio.
Para mi es válido, pues fue un acto solidario. Mi vesícula la vendí por 2.000 euros a un particular, que resultó ser concejal. Hay gente que pregunta si lo que sigue ahora es vender mi apéndice (risas).
En más de lo mismo pero mejor. Es un espectáculo de monólogos en el que empiezo con una pregunta, la cual me lleva a otras mucho más surrealistas y siempre sin respuestas. Algunos de mis monólogos la gente ya los ha oído, pero los traigo nuevos para que al salir del escenario no me linches. Sigo reflexionando sobre las pequeñas cosas de la vida.
¿Cómo definiría su estilo cómico?
Trato de hacer insultos desde la ingenuidad. En mis espectáculos hago un humor inofensivo cercano a la poesía. Mi mayor truco es que a los niños los trato como adultos, y a los adultos como niños.
Incluso esa película tiene sus guiños cómicos. La etiqueta de humorista es muy grande, pues incluye la magia, los monólogos y los espectáculos, sin embargo el hilo conductor de un cómico es el ingenio.
Para mi es válido, pues fue un acto solidario. Mi vesícula la vendí por 2.000 euros a un particular, que resultó ser concejal. Hay gente que pregunta si lo que sigue ahora es vender mi apéndice (risas).
