La magia ocupa la calle

El mercado medieval que se celebra este fin de semana alberga tantos productos artesanales como una variedad de espectáculos repletos de personajes y experiencias que convierten al Casco Histórico en un mundo de fantasía.

Tres figuras llevan una enorme bola por la calle Arcedianos abajo hacia la Praza Maior. Se trata de los Bufones y sus K-Charros, de la compañía salmantina El Niño Lápiz, preparándose para hacer el pasacalles por el Casco Histórico de Ourense, el preámbulo a su gran función circense de las 14,00 horas frente al Concello, que promete malabares, equilibrismo y acrobacias.

Este trío colorido no fue más que una muestra de la colección de personajes y espectáculos alrededor del mercado medieval que hasta mañana ocupará las calles de la zona vieja.

En el aire flota el olor de incienso y parrilladas, aderezado con acentos de cientos de turistas provenientes del interior del país. Este es el ambiente singular junto a los puestos de venta, decorados con motivos folclóricos y medievales, que se extienden desde la plaza principal hasta la praza da Ferrería.

No falta de nada: bisutería, quesos, figuras de cristal, estatuas de madera, gominolas, gemas, especias, tés, garrapiñadas, panes y un largo etcétera. Aportando un toque de contraste, una caseta de mojitos cubanos y varias cocinas de kebabs complementan la oferta de productos.

Por la calle del Bispo Carrascosa, la bruja extremeña Patri Zenner circula en una bici cubierta de mimbre con remolque: “Dejé la escoba en la parte de atrás porque por los cielos es difícil acercarse a la gente”, explica. Con un sistema de megafonía portátil, la hechicera anuncia por la calle los espectáculos de magia, mentalismo y autómatas vivos  que tendrán lugar a la tarde en el parque de As Mercedes como parte de otro evento fantástico a mayores, la primera Feria Mágica de Ourense.

La encantadora sigue con su pedalada promocional y un estruendo llega de la Praza Maior. Tras dar su última ronda por las calles, la música de turdión de la banda Grimorium ofrece un son energético de bombo, gaita, laúd y flauta que anima a los asistentes a dar palmas. Sin embargo, un travieso espontáneo se les une por unos segundos con desparpajo.

El intruso no es otro que el duende Froilán, ataviado con sus ropajes verdes y dueño de una prodigiosa nariz puntiaguda. Después de la actuación de los músicos itinerantes, este ser acapara la atención con malas maneras: prepara un falso truco de magia que resulta ser un pretexto para hacer trastadas a los asistentes, eso sí, con humor. Más que un duende, se diría que es un trol.

El espectáculo de circo de El Niño Lápiz comenzó puntual. El maestro de ceremonias, al estilo del payaso moderno, presentó los malabarismos de cinco pelotas a dos manos, un número de teletransportación y el esperado acto de elegantes acrobacias de telas aéreas.

Al final, da la sensación de que aún quedan muchas sorpresas por descubrir en las calles, que este fin de semana nos transportan a otros mundos durante el mercado medieval.

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