REPORTAJE

Octubre de 1934, adiós a la política

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photo_camera Mitin pro Estatuto de Galicia en Taboada (Lugo), Corpus de 1935.

La premisa era concatenar una huelga tras otra. Octubre del 34, una revolución orientada a que la clase obrera tomara el poder; detrás estaba el PSOE de Largo Caballero y una intención condenada al fracaso 

El relato a un servidor le llegó de regalo. Años 90, el Paseo, lugar de conversación y encuentro. Segundo Alvarado, buen amigo, mejor conversador, desnuda la mirada en dirección imprecisa y traza un relato que uno sigue. Octubre del 34. Protestas, violencia organizada, y personal amotinado, a la espera -dicen- en lo alto de Montealegre.

Muchas veces aquellas imágenes verbalizadas han vuelto como un enigma, también una pregunta, ¿qué parte del relato era real? ¿realmente qué fue octubre del 34? “Outubro de 34 radicaliza posicións, sitúa á xente en campos antagónicos; nun lado a esquerda obreira, noutro sectores contrarrevolucionarios, pero non está escrito o chegar a unha guerra civil”, comenta o historiador Xulio Prada, historiador especialista en el período.

En 1933, las primeras elecciones que admiten el sufragio femenino, no fueron del agrado del PSOE; dividida la izquierda, las urnas cobran peaje. La victoria es de la CEDA en coalición electoral (PA, RE, CT), aunque no gobierna; lo consigue el PRR de Alejandro Lerroux, en unión a republicanos de centro-derecha (PRLD,PRP), que cuentan con el apoyo de la CEDA de Gil Robles. Llegado octubre del 34 los socios de derecha exigen entrar en el gobierno. La señal estaba dada, el PSOE va a las barricadas. Es historia, la vía parlamentaria desaparece, la apuesta insurreccional fue ideada por Largo Caballero. La crisis económica, el triunfo de Hitler, la dictadura de Stalin, el caso austríaco, allí el canciller socialcristiano Dollfuss –equivalente a la CEDA- aplastó una rebelión socialista, hizo al PSOE temer lo peor; la intención del golpe era preventivo.

Rumores y milicias

Los rumores -en Ourense- sumaron tanta fuerza como los explosivos confiscados a lo largo del trazado férreo donde cientos de trabajadores estaban amotinados. El interés de la derecha era decir que había milicias dispuestas a defender el sistema, a la izquierda, lo contrario. Como periodista, Segundo Alvarado vivió la época; fue una fuente oral de las muchas que cursó Xulio Prada, pero, según cuenta, lejos de los informes policiales, Guardia Civil, de las causas militares, estas se encontraban contaminadas “Nas fontes orais a percepción do que foi o 34 non era tal. Dínme conta que confundían a situación, os ambientes, o clima, co de febrero do 36 en adiante, eiquí nas rúas non se materializou nada do que sinalaba a dereita”. En Ourense no hubo muertos, sí detenciones, huídas, también muescas en el curriculum de los actores; el 36 dejaría más. Cuenta Prada que en los informes policiales consultados en octubre del 34 no había alusión a movimientos obreros, en la ciudad; otra cosa fue la provincia.

Lo que sí vivió el Paseo fue el estado de guerra a golpe de megáfono, se acababa de crear Radio Ourense; aquellas emisiones callejeras sumaron más tensión. La rumorología era arma afilada. “Todos difundían rumores, a esquerda comprometida con Outubro, porque tiña instruccións claras de Madrid, de Largo Caballero, orixe da corrente revolucionaria. Largo Caballero era consciente do fracaso, a única posibilidade de triunfo era manter a tensión das forzas de orden público, para evitar o traslado onde foran máis necesarias”. El golpe preventivo quedaba condenado al fracaso. “A diferencia do 36 o exército é unánime na defensa do poder; así non hai revolución que fora adiante”.

“O motor do golpe é o PSOE, con tres posicionamentos. Quen cree que é un erro e non o apoia, seguindo a corrente de Besteiro; quen cree que é un erro, e o apoia por disciplina, a Indalecio Prieto, o caso do tenente alcalde de Ourense, Manuel Suárez de Castro, que aínda sabendo que vai a crear máis problemas para a clase traballadora e o partido, apoia a protesta; sufrirá o desterro despois de outubro; e os de Largo Caballero, que apoian a protesta, xente das Xuventudes Socialistas, en aquel momento pouco potentes”. Al movimiento se suma tarde el PCE, que pediría apoyo para la huelga, en Ourense era un movimiento “fuerte”. De hecho hubo más represión en el PCE que en el PSOE, por la razón de que muchos socialistas no apoyaron la rebelión. “Na provincia foi distinto, quen leva o peso das revoltas son sindicalistas e sociedades obreiras e agrarias, moi influentes. Un caso chamativo, Ousende, en Paderne de Allariz, onde o líder local, José Cid Fernandez, rompefurnas, futuro alcalde de Paderne, e Herminio Selas Cid, conseguen amotinar 300 obreiros no Monte da Torre, ao grito de “imos tomar Ourense”. La estrategia era convocar paros y huelgas de manera continuada, esos fueron los ecos que refrescaron el recuerdo de Alvarado.

“A estratexía de romper a lúa dos comerciantes que non secundan os paros non é unha cuestión de agora; os sindicatos eran os que controlaban o mercado laboral, os que anunciaban quen si ou quen non tiña que traballar”, di Prada. Así, a base de huelgas, de sabotajes en la vía férrea, fuente de paso a los militares movilizados, se actúa durante esos días conflictivos. El estado de guerra quedó declarado entre el 6 de octubre hasta el 24 de enero de 1935.

El argumento del golpe

Decía Largo Caballero que “la revolución exige actos que repugnan, pero que después justifica la historia”. Lo cierto es que, si hablamos de legalidad, y el gobierno de Lerroux lo era, tal como dejó escrito Madariaga -y esta ha sido una afirmación complicada-, “en la insurrección del 34 las izquierdas perdieron cualquier derecho moral a condenar la rebelión derechista de 1936”. Pero también es cierto, que cuando los sucesos de 1934, nada de todo aquello, ni sus actores, sabían que aquellos actos de sabotajes y huelgas continuadas pudieran derivar en una contienda sangrienta –en esta dirección apuntan teorías revisionistas franquistas, que ven todo aquello como un continuum-, de hecho en aquel momento no lo fue, y no había nada escrito para que así fuera, “de feito, 1935, -cuenta Prada- é o ano máis tranquilo de toda a Segunda República”. Tampoco, hay que buscar analogías con el momento actual, lo subraya Prada, en los referentes de Cataluña del 34, o Asturias, “as solucións rupturistas, antisistema, o que fan é polarizar, dar aos extremos a forza, que en un principio non teñen por que ter”.

Muchas veces, en la memoria del amigo, al caminar por el Paseo, en la misma dirección apresurada del presente, he mirado a un lado y a otro, he alzado la mirada al Montealegre, por si quedaran los ecos del pasado. Algo hay.

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