EN OURENSE

En Ourense: cuando el frío es un cuento chino

Las bajas temperaturas no les imponen, ni siquiera estos días. Es un grupo de bañistas que se cita casi a diario para nadar. Tienen claro que los suyo es una fiesta, una manera de disfrutar del Miño. Algunos son ya veteranos.

Luce el sol, por suerte. Una brisa gélida golpea -literal- en la cara. El agua del Miño en Oira dicen que está a casi 7,9º; fuera no hay 5º. 

Hay grupos de Facebook, de WhatsApp, de cocina o de lectura, que está bien. Estos se citan para nadar, nada anormal, salvo que lo hacen todo el año, y lo que en septiembre puede resultar placentero; en enero es -digamos- un pequeño desafío. 

Los más veteranos lo hacen desde el año 2000;no son siempre los mismos. Lo que empezó como una actividad estacionalizada, los dos últimos años la han hecho ya continuada; algunos, esta semana ya se han lanzado al agua hasta tres veces, siempre en grupo. 

El sol luce, decíamos; los árboles desprovistos de hojas ejercen de marco; al fondo el Miño resuena por un pequeño rápido, que surge al turbinarlo. Un comerciante, un panadero, un profesor de biología, una enfermera, un electricista, un entrenador personal. El mayor tiene 72 años, hoy no ha venido: no todos los días le hacen a uno abuelo; entre los demás, los hay que son habituales del remo en piragua, o de las carreras populares, img_4191_resultincluso alguno que el Miño lo conoce desde niño. 


Lo difícil, entrar


"Parecen cristais que se che cravan no corpo; despois vaste aclimatando", apunta Toño Díaz, que conoció a algunos del grupo cuando como socorrista recorría el Miño aguas arriba, desde la playa de la Antena al puente del ferrocarril. "Víraos baixar moitas veces e tiñan pinta de pasalo ben". Lo de disfrutar está claro, incluso en un río como este, que entre profanos semeja peligroso. "Se dás cun remuíño o río non te chupa, tes que estar tranquilo, ao mellor dache un par de voltas, e vólvete botar", añade.

"¿Momentos críticos? Ningún". Las corrientes se ven, tú decides lo que quieres arriesgar o lo que no. El miedo va en la cabeza de cada uno. El río es para disfrutarlo, comenta Carlos Reboredo, otro habitual de las piraguas. 

"Algúns -dice Miguel Pavón- pregúntannos se estamos tolos; outros, se estamos ben; non é a primeira vez que vemos vir os bombeiros ou a policía detrás nosa". Miguel, profesor de biología, de niño ya se dejaba llevar por el río subido a un neumático. 

img_4208_resultNo es la única mujer del grupo, pero hoy sí. La enfermera Olalla Liceras se sumó al grupo hace ya un año. Tiene claro que lo importante es saber leer bien el río y cómo tienes que actuar cuando te topas con un remolino; algún contratiempo ha habido, pero sin más.

No es mucho el público que contempla la escena pero alguna que otra ovación se llevan, y muchas caras de asombro al ver a unos tipos en bañador, otros con traje de neopreno y aletas camino del Miño. Entre los veteranos, Fernando Carvajal, que viene de dar una vuelta con la piragua, también tiritando, porque en uno de los trances se ha caído a río y ya se sabe... De locos los han tachado muchas veces, la peña se asombra al verlos aguas abajo en plena conversación, porque se trata de disfrutarlo. "Algún díxonos que isto non se podía facer, e ameazounos con chamar ás forzas de orde pública e o que é peor, fíxoo". Una contrariedad. "Nalgún sitio tiña que pór que esto non é moi recomendable" lanza entrecortado José Luis Fernández, acaba de tomar contacto con el agua. Luego se lanzará de cabeza. El viaje hoy lo rematan pronto, al llegar a la altura del río Loña; después, la vuelta corriendo hasta el inicio, en Oira. Si alguien quiere imitarlos, precaución.

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