La Policía Nacional registra y precinta la "narcocasa" de Eiroás

La Policía Nacional ha detenido, por lo menos, a dos personas tras registrar una vivienda en Eiroás por presunta venta de drogas

La Policía Nacional ha dado un nuevo golpe al tráfico de estupefacientes en la ciudad de Ourense. Después de desmantelar un punto de venta de drogas en A Milagrosa a finales del mes pasado, los agentes registraron el número 6 de la calle Boavista, en el corazón de Eiroás. Un fuerte despliegue policial escrutaba el inmueble pasado el mediodía. Se han practicado por lo menos dos detenciones.

Del presunto punto de tráfico de estupefacientes dio cuenta este diario hace cuatro días, tras recoger las quejas de los residentes de la zona: “Es una especie de supermercado de la droga”, expresaban entonces fuentes vecinales. Hoy, un grupo de ellos observaba desde la distancia el desarrollo del operativo. Se mostraban satisfechos ante la intervención policial. “Pasamos de vivir en un barrio tranquilo a no poder descansar ni de noche”, lamentaba una vecina.

La "narcocasa" de Eiroás
La "narcocasa" de Eiroás

La Policía ya había identificado la presencia de viejos conocidos en el entorno de la “narcocasa”. La tenían fichada después de haber recibido diversas denuncias, tanto telemáticas como presenciales, que manifestaban el temor vecinal respecto al inmueble. La vivienda registrada se caracterizaba por su llamativa puerta acorazada de color rojo. Sin embargo, en cuestión de cuatro días fue pintada de verde, tal y como se podía comprobar, posiblemente para dificultar su identificación.

Los vecinos, aliviados

Los vecinos seguían los movimientos de los agentes de la Policía con interés, subidos a un terreno contiguo. “Menos mal que acaban con esta plaga. Es horrible vivir aquí”, decía una residente con la panorámica de la ciudad de fondo. Un hombre de mayor edad también era severo. “Lleva funcionando desde principios de diciembre. Fue cuando se empezó a ver el trasiego. Aún hace un rato, bajaron del autobús cinco”, comentaba en referencia a los toxicómanos que acudían en busca de una dosis. Subían a la zona hasta en “taxis” y “coches particulares”, según la versión de este vecino.

La existencia de la “narcocasa” infundió temor en el barrio, que vio alterada su cotidianeidad por el trapicheo de sustancias estupefacientes. “Con el síndrome de abstinencia hacen cualquier cosa”, alertaba este hombre en referencia al miedo a que entraran en otras viviendas o robaran en los vehículos estacionados en la vía pública. La otra vecina corroboraba las precauciones ante la presencia constante de personas con aspecto sospechoso. “Te levantas tres o cuatro veces por la noche porque oyes ruidos en los coches, en las verjas de la casa…”, relataba, antes de explicar que llegaba a dar rodeos cuando volvía a casa si percibía movimientos extraños.

Según los cinco vecinos que presenciaban el registro, la situación llegó a afectar a uno de los comercios del entorno. La dueña se veía obligada a cerrar con llave cuando oscurecía. “Ya le entraron varias veces con amenazas”, apostillaba uno de ellos. “Aparte, no se cortaban nada”, comentaban, porque la presencia policial no evitaba que, día a día, gente sedienta de su dosis transitara la calle Boavista.

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