Vecinos de Eiroás denuncian trapicheo en una “narcocasa” de Ourense

La casa que vigila la Policía.
photo_camera La casa que vigila la Policía.
Una vivienda de la calle Boavista de Ourense se convierte a diario en punto de encuentro de toxicómanos

El día de Fin de Año, a la una del mediodía, ya habían pasado por el número 6 de la calle Boavista al menos 70 personas. Todas ellas, según los vecinos, en busca de una dosis. En Reyes, más de lo mismo: un continuo desfile de gente bajándose de taxis, coches particulares o autobuses. Hay días en los que a las 06,30 horas de la mañana ya hay colas en la puerta.

El supuesto punto de abastecimiento es fácilmente identificable: una llamativa puerta acorazada de color rojo, que solo pueden franquear los conocidos, y que instalaron los nuevos inquilinos, al menos tres, los mismos que llegaron al barrio el pasado 20 de diciembre procedentes de A Milagrosa, en donde la Policía Nacional desmanteló un importante punto de venta de drogas.  No están de okupas, sino que pagan religiosamente el alquiler y hasta dejaron fianza.  El hijo de la dueña de  la casa  tiene  una buena relación con  ellos y frecuenta el inmueble.

Por allí sube y baja también la Policía Nacional, pero en coches sin rotular, desde que les llegaron vía telemática y presencial varias denuncias. En ellas, se habla de “inseguridad”, “miedo”, “rabia”, “impotencia”. Los agentes ya han identificado a viejos conocidos. Ayer mismo, por la noche, con ayuda de la Policía Local.

La situación en Eiroás

Eiroás era hasta ahora un barrio residencial tranquilo, con buenas casas, en el que viven personas que se han hecho mayores allí. Por eso, los vecinos no quieren normalizar lo que no es normal y que quede marcado  como “un dispensario de droga”, tal como ocurrió con la vecina Covadonga. “La Policía viene por aquí con frecuencia, pero no soluciona el tema y la inseguridad crece”, aseguran los residentes.

La preocupación es tal que saben de algún caso de familias, con lazos de sangre en la zona, que se echaron atrás a la hora de residir en Eiroás. “Todo el mundo sabe qué ocurre en el número 6 de la calle Boavista”, aseguran. “Es una especie de supermercado de la droga en el que en vez de comprar  fruta compras droga”, comentan.

La relación con los nuevos vecinos, de nacionalidad dominicana, no es mala -dicen los consultados-. Pero -insisten- “si se dedican a algo ilícito no nos gusta”.

La Policía precisa una orden de entrada y registro para poder franquear la puerta roja, y no es fácil conseguirla. La inviolabilidad del domicilio que amparan las leyes solo se puede quebrar con un auto de entrada y registro motivado por un juez. Para ello, los investigadores deben presentarle pruebas con nombres y apellidos en las que, al menos indiciariamente, se demuestre la actividad ilícita del tráfico de drogas.  Y una buena parte de los toxicómanos suele consumir la sustancia estupefaciente en las “narcocasas” para evitar que los agentes, en caso de registro, les requisen las papelinas. 

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