El reto de un ourensano audaz

De sólida formación académica y profesional, Manuel Baltar Blanco pasa ahora a un primerísimo plano de la política, tras asumir la presidencia de la Diputación, todo un reto para demostrar su capacidad de gestión.
Manuel Baltar Blanco (Esgos-Ourense, 1967) es licenciado en Derecho por la Universidad de Santiago de Compostela, funcionario del Cuerpo superior de la Administración general de la Comunidad gallega desde 1993, número uno en sus oposiciones a la Administración autonómica y máster en dirección de recursos humanos, en derecho contencioso-administrativo y en derecho ambiental; una sólida formación académica y profesional que une a una nutrida actividad política, a la que accedió en 1998 cuando, en contra de la opinión de su padre, según confesaría éste recientemente, desencantado por tantos años de 'sacrificio' en detrimento de la familia, fue llamado para ocupar la Delegación ourensana de la Consellería de Agricultura. Y de ahí a la presidencia del Club Ourense Baloncesto, un trampolín donde lucir gestión pero que acabó frustrado, entre otras razones por la incompatibilidad para compaginar esa responsabilidad con su cargo institucional en la Xunta.

No importó; decidido a seguir en política, donde se siente como pez en el agua, formó parte de la candidatura a las elecciones autonómicas del año 2001, las últimas que ganó Manuel Fraga, y fue diputado desde entonces hasta hace prácticamente una semana, siempre formando parte de las listas pero nunca encabezando un cartel electoral; hasta que optó, en otra responsabilidad, a la presidencia provincial del partido, previa renuncia de su padre, hace sólo dos años y siete días. Entonces, logró imponerse con el 60% de los votos a la alternativa defendida por la dirección gallega, que promovió, sin éxito, a Juan Manuel Jiménez Morán. Manuel Baltar avanzaba así con paso firme en Ourense mientras ocupaba en Santiago la vicepresidencia del Parlamento desde que en el año 2009 Núñez Feijóo recuperó la Xunta para el PP, tras cuatro años de gobierno bipartito.

Pero había más y su presencia como segundo suplente en la Diputación, tras las últimas elecciones municipales, apuntaba a que la estrategia tenía una segunda parte, que formalizó ayer, al obtener la presidencia de la Diputación con el apoyo de 14 diputados provinciales, los mismos, fieles, que sólo seis meses antes habían elegido y aplaudido a su padre.

Pero Manuel Baltar Blanco -hace algún tiempo decidió apear el José, el primero de sus dos nombres, en busca de una 'marca' que le identifique con contundencia- es también un fan devoto de las nuevas tecnologías -llegó a tener una de las páginas webs más consultadas de la provincia, ama facebook y no se separa de su móvil de última generación-, de The Beatles desde su adolescencia -dice que guarda celosamente un calcetín usado de John Lennon- y del Real Madrid desde la infancia.

Le obsesiona el número 7, hasta el punto de decidir casarse, en segundas nupcias, un 7 del 7 a las 13,27 horas; y al pub que regentó su mujer, María José Caldelas, evidentemente lo llamó Seven (siete en inglés).
El nuevo presidente de la Diputación, el tercero desde las primeras elecciones democráticas -tras Victorino Núñez y su propio padre, José Luis Baltar-, también se ha erigido en el más firme defensor de la ourensanía y el galleguismo de la Xeración Nós, que ya ha prometido adaptar a la actualidad del siglo XXI.

Ayer, en su discurso de investidura no escatimó elogios a su condición de ourensano, a su defensa de una provincia con autonomía y riqueza -es Ourense, asegura, su razón de estar en política- y a su pertenencia al medio rural que impera en ella, a través de Esgos, donde nació, dice orgulloso, y desde donde se puede contribuir a la redención.

El nuevo responsable de la institución, que se siente audaz, confía en las sensaciones, cree en los equipos y le gusta delegar funciones, sueña con una Diputación que sea motor de empleo. Para empezar, cuenta con el presupuesto aprobado para este año, una tarea que quiso dejar resuelta su padre y antecesor en el cargo, pero con una capacidad de gasto muy limitada por la deuda acumulada y por una coyuntura económica que ha rebajado notablemente los fondos que recibe especialmente del Estado, del que se nutre en su mayor parte.

Con esas condiciones, será difícil lograr sus metas, todo un reto de creatividad y equilibrio en el trapecio de la política provincial. Dicen que ya tiene el organigrama de su equipo en la cabeza, que hará gestos, formales y de fondo, para marcar distancias con su predecesor, aunque asuma la obligación de mantener su ideario ourensanista.
Mientras tanto, se prepara para iniciar, hoy mismo, en el vetusto despacho del presidente de una institución por modernizar, una nueva etapa en su vida política, la más compleja porque ahora sí será cabeza de cartel, en la institución provincial y, a medio plazo, en la pugna por revalidar la presidencia provincial del partido.

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