El Arnoia inundó el balneario, un hotel y causó destrozos en el malecón de Baños de Molgas

Los ríos ourensanos vuelven a su cauce tras inutilizar paseos y áreas termales

Una trabajadora 'barre' agua en el balneario de Molgas. (Foto: Xesús Fariñas)
El río Arnoia discurre desbordado por Baños de Molgas, aunque con menos caudal que en la noche del domingo cuando dañó parte del malecón e inundó casas, el balneario y el hotel Ansuiña. La lluvia obligó a Fenosa a liberar 20.000 litros de agua por segundo en la presa de Velle, mientras un vecino de Oira tuvo que ser rescatado al quedar atrapado en un huerto.
Baños de Molgas se llevó la peor parte de la borrasca que descargó durante la jornada del domingo. El río Arnoia se desbordó llevándose por delante parte del malecón, el área recreativa e inundó los bajos de cuatro viviendas, el balneario y el hotel Ansuiña. Los efectivos de Protección Civil estuvieron midiendo el nivel del agua toda la jornada del domingo alarmados por un crecida, que no llegó hasta las once de noche. ‘El caudal lo tuvimos controlado, pero sobre las once de la noche, vino lo peor. En un par de minutos, el agua ya estaba en las casas’, afirmó el jefe de Protección Civil, José Gómez Losada.

La riada cortó las carreteras que conducen a Os Milagros, Vide y Foncuberta, llegando incluso a dividir en dos el núcleo de Molgas, obligando a los vecinos de un extremo del pueblo a dar un rodeo por Maceda.

El Arnoia también discurría desbordado en Allariz pero sin ocasionar daños en propiedades privadas y públicas, según la Policía Local.

La lluvia elevó en más de seis metros el caudal del río Miño, obligando a los responsables de Unión Fenosa a liberar más de 20.000 litros de agua por segundo en las presas de Velle, Castrelo de Miño y Frieiras.

Los tres embalses abrieron sus compuertas al estar al 100% de su capacidad. La riada mantenía ayer anegadas las pozas termales públicas de A Chavasqueira, Outariz y Muíño das Veigas. Este hecho provocó que los agüistas debieran utilizar los balnearios privados. La situación mejoró a partir de las 14.00 horas, cuando los responsables de Velle, conocedores de que el temporal remitía, comenzaron a retener caudal, dejando escapar 8.000 litros. Esto permitió que quedarán al descubierto algunas pozas en Outariz.

La lluvia y la crecida del río Miño en la ciudad encharcó las fincas ribereñas, hasta el punto que los bomberos tuvieron que rescatar a un vecino de la calle Alfredo Brañas, en el barrio de A Ponte, que quedó atrapado en un huerto. El hombre, de 79 años, entró en el huerto, próximo al río, a la altura de Oira, y después no pudo salir al quedar enterrado en el barro hasta la rodilla. Un familiar alertó al servicio de Emergencias 112, desde donde fueron movilizados los bomberos.

EN GALICIA

Bajos, una iglesia y un pabellón anegados

Los efectivos de emergencia comenzaron ayer a revisar los daños tras el paso del temporal de domingo. La provincia de Pontevedra fue la más afectada con inundaciones en O Grove, Vilanova, Cuntis, Vilagarcía, O Rosal, Caldas de Reis, Sanxenxo, tras el desbordamiento de los ríos Umia y Teo. Este último arrastró a un conductor en Ponteareas.

En Lugo, el río Miño causó importantes daños en el malecón, el que llenó de arena y piedras. En Santiago, el agua inundó el pabellón multiusos del Sar y la iglesia parroquial, que estos días permanecerá cerrada debido a la humedad.

El caudal del Támega rozó la alerta por desbordamiento


A las siete de la mañana de ayer, el caudal del río Támega a su paso por Verín alcanzaba los 121 metros cúbicos, un parámetro que roza la alerta por desbordamiento (la Confederación Hidrográfica lo sitúa en 128 metros cúbicos).

Esta situación movilizó a los operarios de los Grupos de Intervención Rápida, que destinaron la jornada a labores de vigilancia del cauce por todo el municipio. ‘La crecida del río bajó de nivel durante la jornada, pues no llovió, entre 10 y 20 centímetros’, explicaron fuentes del Grumir. Sin embargo, a primeras horas de la mañana, como consecuencia de las lluvias del domingo, el Támega se desbordó en algu nos tramos como Vilela o Rabal, aunque no afectó a viviendas sino al entorno natural de la zona y áreas recreativas.

Los vecinos que residen junto al Támega también pasaron las últimas 48 horas mirando al cauce. ‘Nos temíamos lo peor, pero parece que, de momento, estamos a salvo’, señalaron.

En Monterrei, el río Búbal convirtió la Alameda de Vilaza en una piscina, tal y como ocurre cada vez ‘que llueve de forma copiosa’, explicaron los vecinos.

A última hora de la tarde, la Confederación del Duero desactivó la alerta en el Támega, al estimar que el riesgo de inundaciones ya no existía por la ausencia de precipitaciones.


Te puede interesar