Una sonrisa contra el cáncer

Voluntarios de AECC, con el carrito 'Don Amable' (Foto: MARCOS ATRIO)
Nueve de la mañana en el servicio de Oncología del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense. Sofía acude sola a su primera sesión de quimioterapia porque a su pareja no le han dado día libre en el trabajo, aunque su apretada situación económica tampoco le permitiría ausentarse. Mientras aguarda su turno en la sala de espera no puede esconder el temor, que se refleja en un rostro extenuado tras una noche en vela. Su mirada abstraída evita el contacto con el resto de pacientes, ya con síntomas físicos de la terapia
De repente, una algarabía de mujeres interrumpe el sepulcral silencio de la sala de espera. Son un grupo de voluntarias que luce una camiseta de AECC (Asociación Española Contra el Cáncer). Una de ellas porta un carrito con café, galletas y caramelos. 'Aquí llega el carrito Don Amable para servirles'. Sofía levanta entonces la mirada del suelo.

La más mayor y alegre del grupo le pregunta si es su primera vez, mientras le pone una taza de café caliente entre las manos. Entonces, sin apenas dejarla reaccionar, comienza a sacarle las palabras a 'la nueva'. Sin darse cuenta, ésta comienza a abstraerse de sus preocupaciones y hasta deja entrever una sonrisa tras escuchar las ácidas críticas de esta voluntaria contra los protagonistas del papel couché. Cuando la enfermera pronuncia el nombre de Sofía su cara vuelve a ensombrecerse. Entonces, la voluntaria la despide mientras trata de susurrarle al oído una retahíla de talleres y actividades que se realizan en la sede de la asociación. Pilates, yoga, teatro, manualidades o, lo más exitoso, risoterapia.

Belén Pérez es la coordinadora de los voluntarios de AECC en el CHUO desde hace ya una década. No esconde las dificultades que entraña desarrollar esta actividad en el día a día. 'A veces, te implicas demasiado y es duro ver sufrir a los pacientes', reconoce. Sin embargo, es una labor gratificante porque 'aunque suene a tópico -advierte- recibes mucho más de lo que das'.

Tampoco todo el mundo vale para prestar ayuda a los pacientes oncológicos. Una psicóloga de la asociación se encarga de entrevistar y realizar un test emocional a los voluntarios. La excesiva sensibilidad tampoco en un buen escudo, de hecho, a los voluntarios que superan la prueba psicológica sólo se les permite realizar su labor con los pacientes, como máximo, una vez por semana. Asimismo, los que hayan sufrido algún tipo de cáncer en los últimos cinco años no pueden prestar apoyo directo en el hospital, como prevención a una recaída emocional.

LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA
El encomiable trabajo de estos voluntarios no se reduce sólo a los pacientes, sino que se extiende también a sus familiares y amigos. 'Muchas veces, el desánimo cunde más entre la familia que en el propio paciente, por eso los invitamos a tomar algo para que se desahoguen, ya que con nosotras, al ser ajenas a su círculo más cercano, es más fácil que se desahoguen y suelten todas las preocupaciones que deben esconder cuando están con el enfermo', explica Belén.

Aunque la labor de los voluntarios de AECC en el hospital pueda parecer superflua, al limitarse a simples paseos o charlas de café para romper la rutina, los resultados sobre los pacientes son sorprendentes. Científicamente, ya se ha reconocido la influencia que tiene en el proceso de superación la fortaleza psicológica. Para ello, los psicólogos de la asociación están especializados en detectar las necesidades de cada paciente y en controlar las diferentes fases emocionales por las que pasa, para que puedan asimilarlo lo antes posible y facilitar su recuperación. Si además, pueden transitar por todo este proceso con una sonrisa en la cara, el cáncer quedará atrás sin ni siquiera ser un mal recuerdo.

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