REPORTAJE

Tamara Feijóo, pinceladas para reflexionar sobre el tiempo

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photo_camera Tamara Feijóo.

La ourensana empezó de niña a dar rienda suelta a su creatividad a través de la pintura y sus trabajos son expuestos, en la actualidad, en diferentes salas nacionales e incluso internacionales

Tamara Feijóo comenzó de niña a dar rienda suelta a su creatividad a través de la pintura. Con el paso de los años descubrió que este era su camino y, tras licenciarse en Bellas Artes, empezó a exponer sus trabajos por diferentes salas nacionales e incluso internacionales. En los últimos años también ha compaginado su  labor como artista con trabajos de diseño gráfico e ilustración. En proyecto, la publicación de un pequeño poemario para el que ha diseñado la cubierta y la maquetación interior, y una muestra individual en la que presentará obra nueva, en la Fundación Luis Seoane en A Coruña.

¿Cuándo comenzó a sentir interés por la pintura?

Suena a tópico pero siendo pequeña y como actividad extraescolar mis padres me llevaron a clases de pintura. Como amateur no se me daba mal, era algo que me gustaba mucho y decidí estudiar Bellas Artes. Siempre me he expresado bien por medio del dibujo pero fue durante la carrera, tocando otras disciplinas del arte, cuando me di cuenta que la pintura era el lenguaje artístico más apropiado para mis habilidades.

_E4A6400_result¿Qué técnicas emplea? ¿Por qué se caracteriza su obra?

Principalmente trabajo con gouache (una técnica al agua) sobre tabla o papel. Además, en mis piezas más recientes, también he incorporado la porcelana como soporte sobre la que dibujo con óleo, grafito, gouache o lápices cerámicos.

Hay que tener en cuenta que el soporte es una parte fundamental de la obra y que todos los materiales utilizados aportan una significación. Es por eso por lo que el papel que empleo no es cualquier tipo de papel. El mío es un trabajo íntimo de pequeños formatos en el que los papeles utilizados son viejos, frágiles y están amarilleados por el tiempo. 
Otra característica de mis obras es la recurrente presencia de pájaros, vegetales o insectos así como la presencia de estructuras en apariencia ruinosas, no funcionales y extrañas, siempre con algún elemento de falsedad y construidas de ese modo a propósito y por puro placer.

¿Qué quiere hacer llegar al espectador?

La idea principal que se desprende de todos mis trabajos es la consciencia del paso del tiempo. No es una visión pesimista en absoluto, tiene más que ver con una aceptación de que tenemos un tiempo limitado y que por lo tanto no se debería perder. Esta reflexión sobre el tiempo también está relacionada con mi interés por la transcendencia, con lo que queda tras nuestra existencia. Por todo esto la naturaleza asilvestrada e invasora de espacios, el llamado Tercer Paisaje, así como los papeles ruinosos son protagonistas recurrentes en mi obra.

¿Hay algo en lo que se inspire? ¿Crea algún tipo de atmósfera especial a la hora de pintar?

A mí me gusta más hablar de referencias e influencias en lugar de inspiración, ya que este último término tiene unas connotaciones mística y míticas que no ayudan nada a la profesión.
Lo que sí es cierto es que estas influencias y referencias que utilizo en mi trabajo no sólo proceden del propio ámbito de la pintura si no que pueden provenir de lugares tan dispares como la ciencia, la arquitectura, la música, la literatura o un paseo por el barrio en el que vivo. Donde menos te lo esperas puede estar esa clave que necesitas para redondear una idea y dar forma a una nueva obra, por lo que hay que buscar un poco la interdisciplinariedad en lo que a la obtención de referentes se refiere.

A la hora de trabajar intento tener un horario de oficina, es la forma más sencilla de poder separar el trabajo de la vida cotidiana cuando tu estudio está en casa. No soy persona de rituales pero sí me gusta trabajar con música. ¿Qué música? Pues dependiendo del día puede ser desde el pop más indie al drone o el post-rock.

Actualmente expone en la Galería Marisa Marimón, ¿qué se encuentra el espectador en la muestra?

En “La imagen fantasma”, que se puede visitar hasta el 30 de septiembre, se muestran las piezas que he realizado en este último año. La serie que da título a la muestra es un paso más en mi lenguaje artístico. Si en trabajos anteriores utilizaba fundamentalmente el color y la figuración en estas piezas son las huellas, los restos, la luz y el espacio los elementos que constituyen estas nuevas obras.
En esta serie los gofrados que representan las huellas de termitas sobre papel y madera se convierten en abstracciones y conviven con trampantojos y papeles que se han vuelto transparentes, frágiles y etéreos, así como con la utilización del espacio como parte integrante de la obra, rompiendo de esta forma con las dos dimensiones y generando un dibujo expandido.

En todas estas piezas hay una finalidad: dibujar por medio del volumen, la impresión y la marca, dibujar con luces y sombras para hablar de fugacidad y persistencia y, en definitiva, de recuerdo.
Junto a estas obras se pueden ver también piezas de las series “Nocturnos” y “Geometrías imprecisas” en las que sí está más presente un dibujo figurativo con la utilización de elementos que ya forman parte de mi iconografía como pueden ser los motivos vegetales o los pájaros. En estas series trabajo con grafito y gouache, con una paleta de color más limitada que en obras anteriores.
En todas las obras de esta muestra persevero en mi investigación sobre aspectos existenciales como son el paso del tiempo y la trascendencia utilizando la representación figurativa en soportes significativos. En mi pesquisa de la fugacidad me centro en los rastros que permanecen de una forma u otra. Porque esa persistencia de una imagen en la retina, la huella incorpórea e ilusoria que permanece, eso es al fin y al cabo la imagen fantasma.

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