Los trucos para mantener limpia la piscina: del cloro a las algas

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photo_camera Una piscina llena de agua.

Se acerca el verano y con él las altas temperaturas y para combatirlas, ¿Qué mejor que un chapuzón?

Antes de poder ponernos en remojo, hay que tener en cuenta los cuidados que requieren las piscinas, puesto que necesitan de muchos compuestos para poder mantener sus aguas limpias. Lo principal es conocer el catálogo de productos, ya que no solo disponemos de una opción si no que existe una amplia gama de posibilidades que en mayor o menor medida, comparten la misión de mantener el estado del agua de la piscina impoluto.

Una depuradora y cloro no son siempre la solución definitiva, ya que en ocasiones no se aplica la dosis correcta o debido al entorno en el que tengamos la piscina puede que necesitemos algunos compuestos más para poder mantenerla de manera correcta y eficiente.

El cloro

El cloro, aunque no debe ser considerado como el único producto milagroso que mantiene nuestras piscinas en un estado perfecto de condiciones, es importante. La principal función de las pastillas de cloro es la de eliminar las bacterias del agua, ya que al mezclarse con esta, forman un ácido suave llamado ácido hipocloroso (HClO), creando así un entorno desfavorable para la proliferación de gérmenes.

Para la disolución de las pastillas de cloro es bueno disponer de un dosificador, ya que así se expandirá de una manera más eficiente. Estos dosificadores no solo facilitan la distribución del cloro, si no que también nos permite ajustar la dosificación.

El pH de la piscina

Antes de meternos en la piscina, lo mejor es saber como se encuentra el agua y no solo de temperatura. El pH es la cantidad de iones de hidrógeno en el agua, lo que se traduce como la concentración de acidez o alcalinidad de un disolución. La medida del pH muestra un valor entre 0 (lo más ácido) y 14 (lo más básico), para que una piscina se encuentre en buenas condiciones su pH debe ser ligeramente básico, la medida perfecta sería de 7,4 ya que es el pH de los ojos humanos, lo que evitará que nos moleste el agua.

Para regular el pH del agua existen componentes que ayudan a subirlo y a bajarlo. Un pH alto provoca una peor desinfección del agua, irritación de la piel y nubosidad. Por otro lado un pH bajo produce un agua más corrosiva que dañará la piel y las mucosas del cuerpo, pudiendo llegar a producir daños al revestimiento de la piscina y a las partes mecánicas. Para regular el pH y ajustarlo al punto que buscamos existen tanto elevadores como reductores de pH. Los elevadores de pH son compuestos a base de bicarbonato de sodio, mientras que para bajarlo se utiliza ácido clorhídrico o bisulfato sódico. En cualquier caso es muy importante tener en cuenta las instrucciones de uso para saber que dosis añadir.

Las algas

El mejor método para eliminar las algas si aparecen es mediante una serie de pasos. Comenzaremos añadiendo un exceso de cloro en el agua, este proceso se conoce como supercloración y lo utilizaremos como tratamiento de choque. A continuación cepillaremos bien las paredes y el fondo, este proceso es especialmente importante ya que abrirá heridas en las algas, por las cuales penetrará el alguicida.

Una vez limpiadas las paredes y el fondo, hay que aumentar las horas de filtración, asegurarse de limpiar las algas muertas y mantener un método de prevención de nuevas algas mediante la aplicación de un alguicida. Para evitarnos nuevas apariciones es importante controlar el nivel del pH del agua, ya que si el pH se incrementa demasiado, se formará un entorno que favorecerá su aparición.

Para calcular la dosis de alguicida necesaria para las piscinas solo debemos tener en cuenta dos cosas. La primera es el tipo de tratamiento que queremos aplicar, si uno preventivo o uno eliminativo, la segunda es el tamaño de la piscina que debemos tratar. Si es un tratamiento preventivo, la dosis óptima se encuentra entra medio litro y un litro de alguicida por cada 100 metros cúbicos

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